Ideado por el Ministerio de Turismo, el parque de atracciones de unas 120 hectáreas será construido (obviamente) en Transilvania.
La iniciativa, informa la agencia ENI, no es bien vista por los representantes ortodoxos y luteranos, quienes en una nota oficial explican que el proyecto «daña fuertemente los valores del cristianismo, dado que está centrado en la crueldad, el horror y el ocultismo. Valores que no tienen nada que ver con el espíritu de la nación rumana».