CIUDAD DEL VATICANO, 6 enero 2002 (ZENIT.org).- La estrella que guió a los Magos de Oriente hasta Belén despierta incluso en la sociedad secularizada la nostalgia de Dios, constató este domingo Juan Pablo II al presidir la eucaristía de la Epifanía.
«Todavía hoy evoca profundos sentimientos a pesar de que, al igual que otros muchos signos de lo sagrado, corre el riesgo en ocasiones de ser banalizado por el uso consumista que se hace de él», constató el Papa.
El obispo de Roma celebró como ya es costumbre la fiesta de Reyes con la ordenación de diez nuevos obispos (cinco italianos, tres congoleños, uno filipino y uno portugués).
«Al volver a ser colocada en su contexto original –explicó en la homilía de la celebración en la Basílica de San Pedro del Vaticano–, la estrella que contemplamos en el pesebre habla a la mente y al corazón incluso al hombre del tercer milenio. Habla al hombre secularizado, despertando en él la nostalgia de su condición de caminante en busca de la verdad, y del deseo absoluto».
«¿Quién no siente la necesidad de una «estrella» que le guíe en su caminar sobre la tierra?», preguntó el Papa y añadió: «Experimentan esta necesidad tanto los individuos como las naciones».
Jesús es esa estrella, respondió, y así presenta «a todo pueblo, sin distinción de raza y cultura». «Así nació la Iglesia, formada por hombres y mujeres, que reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinación hacia el Reino del Padre, y han recibido un mensaje de salvación para proponer a todos».
Este es el fundamento de la vocación misionera de todo cristiano y en particular de los obispos que en este domingo consagró, concluyó.