Juan Pablo II: El bautismo comunica el «fuego» de la vida divina

Intervención ante los peregrinos con motivo del «Angelus»

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CIUDAD DEL VATICANO, 13 enero 2002 (ZENIT.org).- El bautismo comunica el «fuego» de la vida divina, recordó este domingo Juan Pablo II al encontrarse con los peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro del Vaticano para rezar la oración mariana del «Angelus».

El pontífice aprovechó la ocasión para lanzar la recta final de preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebrarán en Toronto del 18 al 28 de julio.

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¡Queridos hermanos y hermanas!

1. También este año he tenido la alegría de bautizar a varios niños en la fiesta que hoy celebramos del Bautismo del Señor. Los Evangelios presentan este acontecimiento a inicio de la vida pública de Jesús. Es, de hecho, la primera manifestación de Jesús como Hijo de Dios, mandado por el Padre a cargar consigo y quitar el pecado del mundo (cf. Juan 1,29). Nada más ser bautizado en el río Jordán, se abrieron los cielos y descendió sobre él el Espíritu Santo como una paloma, mientras desde lo alto resonó un anuncio misterioso: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

El Señor se manifestó así como «el Cristo», consagrado por Dios en el Espíritu Santo, enviado por Él a anunciar a los pobres el gozoso mensaje de la salvación (cf. Isaías 61,1-2). El objetivo de su misión es bautizar a los hombres en el Espíritu Santo (cf. Mateo 3,11; Juan 1, 33), es decir, comunicarles el «fuego» de su vida divina (cf. Lucas 12, 49-50). Es lo que se realizará completamente con su muerte y resurrección, misterio del que participan quienes han recibido precisamente el sacramento del Bautismo.

2. En estos días tiene lugar en Toronto una importante reunión en preparación de la XVII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará precisamente en esa ciudad el próximo mes de julio. Quiero dirigir un cordial saludo a los delegados de las Conferencias Episcopales, de las Asociaciones y de los Movimientos eclesiales que, procedentes de todo rincón de la tierra, participan en el encuentro. Doy las gracias al Consejo Pontificio para los Laicos y al Comité Canadiense por su trabajo pastoral y organizativo y deseo que el acontecimiento mundial de la Juventud en Canadá renueve la magnífica experiencia de Roma 2000.

Mi pensamiento se dirige por este motivo de manera particular a vosotros, queridos jóvenes, que ya estáis espiritualmente «en camino» hacia Toronto, a través de los itinerarios formativos y misioneros de vuestras comunidades de pertenencia. Estoy ansioso de encontrarme una vez más con vosotros, que seréis particularmente numerosos. Dejad a un lado todo temor e incertidumbre: acordaos de que tenéis que ser los «centinelas de la mañana», siempre dispuestos a anunciar la venida del nuevo día, que es Cristo resucitado.

3. Confío a María la preparación y el desarrollo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Invoco su materna protección también para los niños que he bautizado esta mañana para que junto a sus padres, a los padrinos y madrinas, crezcan como fieles discípulos del Señor. Mientras llega al final el tiempo litúrgico de la Navidad y de la Epifanía, que la Virgen nos ayude a todos a seguir nuestro camino por esa luz de verdad y amor que Cristo trajo a la humanidad con su nacimiento en Belén.

[Traducción del italiano realizada por Zenit

Tras el «Angelus» el saludó en castellano a los peregrinos]

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, de modo particular a los grupos de las parroquias de San Bartolomé, San Francisco y San José Obrero de Murcia. Que la celebración de la fiesta del Bautismo del Señor os aliente a renacer cada día al amor fraterno y al humilde servicio a los hermanos. ¡Qué Dios os bendiga!

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ZENIT Staff

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