BUENOS AIRES, 26 enero 2002 (ZENIT.org).- “Llora por Argentina” anunciaba hace poco un titular. Y con toda la razón. El último mes y medio ha visto una serie de malas noticias económicas, disturbios callejeros y una rápida sucesión de presidentes.
El 1 de diciembre, el entonces ministro de economía, Domingo Cavallo, introdujo un límite a la retirada de fondos bancarios de 1.000$ al mes. A partir de ese momento, la situación empeoró rápidamente. El descontento popular condujo primeramente a la renuncia de todos los ministros del gobierno y, posteriormente, el 20 de diciembre, a la dimisión del presidente Fernando de la Rúa. Su sucesor, Adolfo Rodríguez Saá, gobernador del Estado de San Luis, permaneció en el cargo solamente unos pocos días. Otros presidentes interinos tampoco lograron restaurar la calma. Finalmente, el senador peronista Eduardo Duhalde llegó al poder el 2 de enero.
La nueva administración abandonó la paridad del peso con el dólar y anunció la suspensión del pago de la deuda. La unión entre ambas monedas era considerada crucial para terminar con la hiperinflación que sufría Argentina en el pasado, pero los expertos coincidían en que el índice fijado no era económicamente viable a largo plazo.
Estas últimas semanas han visto los primeros días de intercambios libres con el peso, y, informaba el New York Times del 17 de enero, la moneda argentina ha perdido rápidamente valor. En una semana el cambio había pasado de 2,2, antes de la intervención, a 1,85 pesos y seguía bajando.
El Banco Central vendió 8,8 millones de dólares de sus menguantes reservas de divisas cuando el peso se deslizó debajo de la importante barrera psicológica de 2 a 1, informaba el New York Times.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció que podría garantizar a Argentina un aplazamiento de un año en su pago de 933 millones de dólares de deuda. El consejero delegado del FMI, Horst Köhler afirmó que este aplazamiento representa “el deseo del FMI de ayudar a Argentina a superar sus difícil situación económica y social”, informaba el periódico británico The Guardian el 17 de enero.
La crisis ha fomentado que se cuestionen las reformas de libre mercado introducidas en los pasados años en Argentina y en otros países de Latinoamérica. Sin embargo, en una reciente alocución a la Organización de Estados Americanos, el Presidente George W. Bush afirmó que “Argentina – y las naciones de nuestro hemisferio, necesitamos reforzar nuestro compromiso de reforma basada en el mercado, no debilitarla”, informaba el New York Times.
Tensas relaciones con el FMI
No obstante la decisión de aplazar el pago de la deuda, el FMI ha evitado ayudar a Argentina. Anne O. Krueger, consejera delegada del FMI, afirmaba que hasta que el nuevo gobierno no se ponga de acuerdo en “un plan realmente coherente que dé esperanzas a medio plazo” que lleve la economía por el camino correcto, “no habrá punto alguno en nuestras conversaciones sobre un programa de fondos de apoyo para ellos”, informaba el Washington Post el 12 de enero.
El 21 de diciembre, el Wall Street Journal hablaba de que muchos latinoamericanos se refieren al FMI con los siguientes términos: “Te presta dinero, pero con un montón de condiciones. Cuando estás en problemas, te estruja hasta tu último peso y te fuerza a que devalúes tu moneda, dejándote más pobre”.
El Journal, desde hace mucho tiempo un crítico del FMI, concluía: “La devastación que el FMI ha dejado en su estela es tan impresionante que incluso el mismo fondo no puede ignorar sus resultados”. Para ser claros, el Journal también era de la opinión de que la subida de impuestos de De la Rúa y el rechazo a “reducir el intervencionismo estatal” han jugado también parte en la actual crisis.
El 22 de diciembre, el New York Times hacía notar que las críticas al FMI provienen de todo el espectro político, y son, en ocasiones, contradictorias. Algunos opinan que el fondo se ha equivocado al denegar ayudas a Argentina en diciembre, cuando el programa económica del país (diseñado con la aprobación del FMI) estaba obligando a sus ciudadanos a sufrir dolorosas medidas de austeridad. Otros afirman lo contrario, defendiendo que el fondo se ha equivocado repetidamente al ofrecer ayudas a Argentina, a pesar de los indicadores que apuntaban a que los planes económicos del país no funcionarían mucho tiempo.
No todos atacan al FMI. El premio Nobel Paul Samuelson defiende que las causas de los problemas de Argentina estriban en el mismo país. En una entrevista publicada el 22 de diciembre en el periódico italiano Il Messaggero, Samuelson decía que desde 1998 el FMI ha estado avisando a Argentina de la necesidad de cambiar su política económica.
El coste de la corrupción.
El economista americano considera que el gobierno debería haber roto la paridad del peso con el dólar hace ya mucho tiempo, dada la fuerte posición de la moneda norteamericana en los últimos años. Que esta decisión no se haya tomado se debe a una falta de coraje político, afirmaba Samuelson.
Brink Lindsey, decano en el Cato Institute, también apuntaba a los problemas internos. En un artículo en el Wall Street Journal el 9 de enero, Lindsey decía que una de las causas de la crisis “es la situación de dilapidación de sus instituciones políticas y legales”. La corrupción, la falta de independencia judicial, y el pobre funcionamiento de los sistemas legales y políticos están dañando a Argentina, afirmaba Lindsey.
“Una correcta economía de mercado no necesita precisamente la ausencia de controles estatales. Necesita la presencia de instituciones sanas”, concluía el artículo. “Y aunque las reformas de la era Menem avanzaron hacia la primera de las necesidades, ignoraron totalmente la segunda”.
Un viejo crítico del FMI, el economista de la Universidad de Harvard Jeffrey Sachs, afirma que el FMI ayudó a Argentina a emerger de su hiperinflación de los años 80 y solamente ha tropezado con sus límites este año, según un informe de Bloomberg el 4de junio. “El fondo puede ser reacio a respaldar un programa que tenga poca oportunidad de tener éxito, pero éste es un pecado menor” que imponer draconianos cortes de gastos, afirmaba Sachs. Y estas reducciones de gastos las ordenaba el gobierno no el FMI, observaba.
Como quiera que sea, Joseph Stiglitz, el ganador del premio Nobel 2001 de Ciencias Económicas, era aún más crítico con el FMI. En un artículo publicado en el periódico español El País el 10 de enero, afirmaba que el fondo cometió el error de animar una política fiscal de restricción, el mismo error que ha cometido en el Este de Asia. Una política de este tipo no acarrea más que retrasos, asegurando que no se consigan los objetivos presupuestarios.
Stiglitz subrayaba una serie de lecciones para aprender de los problemas de Argentina. Entre ellas que en un mundo de tipos de cambio volátiles, vincular la moneda al dólar estadounidense es altamente arriesgado. También avisaba contra esforzarse únicamente en luchar contra la inflación. Seguir adelante con políticas que producen gran número de desempleados –Argentina tenían un tasa de desempleo de 18% en diciembre- es muy arriesgado, afirma Stiglitz.
Stiglitz concluía diciendo que la situación en Argentina muestra la necesidad urgente de reformar el sistema financiero internacional, comenzando con una reforma del FMI.
Según Susan George, esta reforma debería llevar al FMI a ser un mecanismo que ayude a los países a evitar los problemas con sus balanzas de pagos. Susan George es escritora, directora asociada del Instituto Transnacional de Amsterdam, y vicepresidenta de ATTAC (Asociación para la Tasación de las Transacciones financieras). En el periódico español El Mundo del 10 de enero, defendía que el FMI debería aconsejar mejor a l
os países sobre cómo evitar contraer nuevas deudas. También defendía que el FMI debería dedicarse a supervisar un plan de cancelación de las deudas externas de los países pobres.
Volviendo a Argentina, en una conferencia de prensa el presidente Duhalde fue crítico con los acuerdos recientes de Argentina con el FMI, que decía habían agravado la recesión. Si bien Duhalde ha dejado clara su decisión de trabajar con las instituciones internacionales para ayudar a la economía, informaba Financial Times el 16 de enero. “La política que hemos seguido con el FMI ha sido parte del problema y ahora será parte de la solución”, afirmó. Tras un buen lloro, Argentina está preparada para el consuelo.