CIUDAD DEL VATICANO, 5 diciembre 2002 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido a las universidades que ofrezcan su contribución científica y humanística para humanizar el actual proceso de globalización.
El Santo Padre presentó su propuesta este jueves al reunirse con los participantes en el Congreso «Globalización y educación superior católica: esperanzas y desafíos» que organizan la Congregación para la Educación Católica y la Federación Internacional de Universidades Católicas en Roma del 2 al 6 de diciembre.
Dirigiéndose a los directivos, profesores y alumnos de las universidades católicas de todo el mundo, el Papa les animó a «permanecer vigilantes, para percibir en los avances científicos y técnicos, y también en el fenómeno de la globalización, lo que es prometedor para el hombre y la humanidad, pero también los peligros que entrañan para el futuro».
En particular, ilustró en su discurso pronunciado en cuatro idiomas los temas que, según él revisten mayor interés en estos momentos: «los que atañen directamente a la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales y con los cuales están íntimamente relacionados los grandes interrogantes de la bioética».
De este modo, subrayó el «estatuto del embrión humano y las células estaminales, hoy objeto de experimentos y manipulaciones inquietantes, no siempre ni moral ni científicamente justificados».
«En la mayoría de los casos, la globalización es el resultado de factores económicos, que hoy más que nunca influyen en las decisiones políticas, legales y bioéticas, con frecuencia en detrimento de las preocupaciones humanas y sociales», añadió el Papa.
«El mundo universitario debería esforzarse por analizar los factores subrayando estas decisiones y de este modo contribuir a hacer de ellos actos verdaderamente humanos, actos dignos de la persona humana», añadió.
«Esto significa subrayar el carácter central de la inalienable dignidad de la persona humana en la investigación científica y en las políticas sociales», añadió.
Para lograr este objetivo, el Papa consideró que tanto los profesores como los estudiantes de las universidades católicas «están llamados a ofrecer su fe ante la comunidad científica mostrando su compromiso con la verdad y su respeto por la persona humana».
«Para los cristianos –añadió– la investigación debe ser de hecho emprendida a la luz de la fe arraigada en la oración, escuchando la palabra de Dios, de acuerdo con la Tradición y las enseñanzas del Magisterio».