Fundada por el sacerdote premonstratense como obra de caridad en 1947, AIN tiene su sede central en Königstein. La iniciativa del «padre Tocino» –cariñoso apelativo con el que se le conoce— surgió para ayudar a los exiliados y prófugos de los países de régimen comunista.
Después, la actividad de AIN se difundió al resto de Europa y a los demás continentes. A través de una tupida red de colaboradores, esta obra puede contar hoy con una disponibilidad de 70 millones de euros.
El propio Juan Pablo II se ha dirigido a los miembros y benefactores de AIN con estos términos: «Vosotros sois las huellas de la Iglesia primitiva llevando vuestra ayuda a las Iglesias que sufren en cualquier parte del mundo».
«Este es un servicio original y fundamental a la persona humana privada o amenazada de carecer de su derecho inalienable a la libertad religiosa –continuaba el Papa–. Ha sido Dios quien ha abierto el corazón a cientos de miles de cristianos a los sufrimientos de los hermanos víctimas de persecuciones religiosas y de obligado exilio».
Ayuda a la Iglesia Necesitada –explica su página web– es una Asociación eclesial universal dependiente de la Santa Sede, cuya actividad «es incansable para que a nadie en la Iglesia necesitada se le niegue la práctica de la fe, la libertad de conciencia, la dignidad y la esperanza».
El padre Werenfried van Straaten , de origen holandés –nació en Mijdrecht, cerca de Ámsterdam–, cumplirá 90 años de edad el próximo 13 de enero.