Mensajes a Taizé: Los jóvenes, esperanza de paz en el mundo

Cada uno debe aportar su propia contribución, invita Juan Pablo II

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PARÍS, 20 diciembre 2002 (ZENIT.org).- La comunidad cristiana internacional ha hecho un llamamiento a los jóvenes para que se conviertan en operarios de reconciliación y de paz en el mundo.

Así se desprende de los mensajes que ha recibido la Comunidad de TAIZÉ en vísperas del XXV encuentro europeo que reunirá en París –del 28 de diciembre al 1 de enero— a cerca de 80.000 jóvenes de los cinco continentes.

La iniciativa estimula a los jóvenes a ser, en sus lugares de origen, «peregrinos de confianza sobre la tierra», comprometiéndose en sus barrios, ciudades, pueblos y parroquias con todas las generaciones, desde los niños hasta los ancianos.

«Este encuentro –se lee en el mensaje de Juan Pablo II– es un signo de esperanza para nuestro mundo. Manifiesta que la juventud de hoy tiene sed de verdad, de felicidad, de belleza y de absoluto, y que busca dar un sentido a su vida».

«En una oración regular –añade–, en la lectura asidua de la Escritura, por una vida sacramental fuerte, los jóvenes encontrarán a Cristo, que les mostrará el rostro del amor bondadoso del Padre y les manifestará su presencia a lo largo de toda su vida».

Los jóvenes, «como el profeta Jeremías (Jr. 1,11), tendrán los ojos abiertos para ver el nuevo amanecer, la esperanza en un futuro de justicia y paz, de amor y reconciliación, don de Dios para nuestra tierra, a cuyo desarrollo cada uno debe aportar su contribución», subraya.

Igualmente, el patriarca ortodoxo de Moscú, Alejo II, recuerda a los jóvenes su papel en la construcción de la paz: «Hoy, cuando las fuerzas del mal amenazan a los pueblos del mundo entero (…), tenemos la necesidad de reunirnos para la reconciliación entre los que pertenecen a diferentes culturas y confesiones. Habéis sido llamados a compartir la responsabilidad común en vistas a reforzar la justicia, la concordia y el respeto mutuo».

«Si no nos unimos en torno a Cristo, no podemos resistir al espíritu de este mundo, al individualismo, al consumismo, a las divisiones y conflictos. Para vencer el mal –insiste Alejo II–, depende de nosotros transfigurar el mundo contemporáneo por la verdad del Evangelio, depende de nosotros seguir a Cristo».

Bartolomé I, patriarca ecuménico ortodoxo de Constantinopla, invitó a orar por «la unidad de la Iglesia y por la reconciliación de los hombres con Dios y entre ellos».

«Orad por la paz del mundo entero, un mundo de nuevo en peligro –añadió–. Orad para salvaguardar la naturaleza, dañada por la avidez y la irresponsabilidad del hombre».

«Dios da a los jóvenes hoy oportunidades extraordinarias para que se conviertan en sus cooperadores con el fin de mejorar la calidad de vida y de asegurar el progreso de la sociedad, para que reinen la justicia, la dulzura, la tolerancia, la fraternidad y la solidaridad», afirmó Bartolomé I.

El secretario general de las Naciones Unidas también se dirigió a los participantes de la próxima convocatoria de la Comunidad de Taizé: «En este mundo, en el que a veces parece que la intolerancia gana terreno cada día, vuestro encuentro ofrece un mensaje fuerte de tolerancia y de solidaridad».

«¡Que la fe que os une os ayude a llevar este mensaje más allá de vuestra comunidad!», manifestó Kofi Annan.

Desde 1978 –la primera cita fue en París–, el encuentro europeo que tiene lugar a finales de cada año puede reunir hasta cien mil jóvenes durante cinco días en una gran ciudad de Europa del Este o del Oeste (Praga, Roma, Budapest, Munich, Viena, París, etc.) en la que son acogidos por las parroquias.

En ocasiones hay encuentros en otros continentes, como los organizados en Madrás (India), Manila (Filipinas), Dayton (EE. UU.) o Johannesburgo (Sudáfrica).

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ZENIT Staff

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