BUENOS AIRES, 24 diciembre 2002 (ZENIT.org).- El arzobispado de Buenos Aires ha difundido una declaración en la que expresa que «los inconvenientes legales que llevaron a la sanción de la ley de “Uniones Civiles” (el pasado 13 de diciembre) podrían haber sido subsanados de otra forma».
En concreto, rechaza que se haya utilizado el marco de una ley, puesto «que por ser de la Ciudad contradice el Derecho de Familia, que mira el bien del conjunto y de una célula básica en el sostén de sus mutuas relaciones», recoge la Agencia católica AICA
Como expresa el arzobispado de Buenos Aires, «según la ley natural (…), “el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer y los dos serán una sola carne” (Gen 2, 24). De esta unión se siguen los hijos, por eso dicha unión requiere estabilidad».
No hay que ser «erudito, científico o religioso para comprender, aún desde un punto de vista funcional y biológico, que la especie humana se perpetúa a partir de la diferenciación sexual entre el hombre y la mujer –observa el comunicado–. Sin la unión entre éstos la especie estaría condenada a la extinción».
«Del amor entre los cónyuges nacen los hijos y éstos requieren de un padre y de una madre, a lo largo de muchos años, para alcanzar la salud espiritual y la madurez humana».
«Cada uno de los progenitores con sus diferencias le aportarán a los hijos elementos básicos y necesarios para la formación de su personalidad», subraya.
«La necesidad de darle estabilidad a estas relaciones humanas, en el marco de una sociedad regida por la Ley, ha hecho nacer el Derecho de Familia», constata el arzobispado de Buenos Aires.
«Es de vital importancia –advierte– respetar estas normas para salvaguardar los vínculos entre los cónyuges y hacia sus hijos; marcar deberes y derechos, atribuciones y límites».
En este sentido, «la Ley tiene un sentido ejemplificador y orientador para el ser humano y no debe ser tomada a la ligera, ya que podría sembrar confusión. En una legislatura pluralista, cuando se discuten leyes que atañen al bien común se debe considerar qué es lo mejor para toda la sociedad (…)».
Según se lee en el comunicado, la Iglesia piensa que la alianza matrimonial es aquella por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los esposos y a la generación y educación de los hijos (Cf. Catecismo de la Iglesia, nº 1601).
De este modo, «las uniones homosexuales no pueden equipararse con las heterosexuales, ya que éstas son el modo natural y mayoritario de conformar la célula básica de la sociedad, que es la familia», afirma el arzobispado de Buenos Aires.