El Papa presenta al Niño de Belén como señal de paz y liberación

Al celebrar la misa de la noche de Navidad

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CIUDAD DEL VATICANO, 25 diciembre 2002 (ZENIT.org).- El Niño del pesebre es la señal de paz y liberación para quien sufre a causa de la guerra, la opresión, la pobreza o el pecado, aseguró Juan Pablo II al celebrar la misa de la noche de Navidad.

«El Niño acostado en la pobreza de un pesebre: ésta es la señal de Dios –afirmó el Papa en una Basílica de San Pedro del Vaticano radiantemente iluminada–. Pasan los siglos y los milenios, pero queda la señal, y vale también para nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio».

«Es señal de esperanza para toda la familia humana –insistió–: señal de paz para cuantos sufren a causa de todo tipo de conflictos; señal de liberación para los pobres y los oprimidos; señal de misericordia para quien se encuentra en el círculo vicioso del pecado; señal de amor y de consuelo para quien se siente solo y abandonado».

La eucaristía, que fue transmitida por televisión a 47 países de los cinco continentes, comenzó con un homenaje floral ante una imagen del Niño Jesús realizado por doce niños de Ecuador, India, Polonia, Italia, China, Burkina Faso, Congo, Corea y Canadá.

La misa fue concelebrada por medio centenar de cardenales y obispos y las lecturas fueron leídas en español, portugués, inglés, italiano, francés, alemán, polaco, árabe e indonesio.

En la homilía de la larga misa, que duró hasta primeras horas de la madrugada, el pontífice insistió en que «Jesús nace para la humanidad que va en busca de libertad y de paz; nace para todo hombre oprimido por el pecado, necesitado de salvación y sediento de esperanza».

«Dios responde en esta noche al clamor incesante de los pueblos: ¡Ven, Señor, sálvanos!: su eterna Palabra de amor ha asumido nuestra carne mortal», subrayó. «El Verbo ha entrado en el tiempo: ha nacido el Emmanuel, el Dios-con-nosotros».

En la Navidad del «Año del Rosario», proclamado en octubre pasado, el Papa propuso contemplar el misterio de la Navidad con los ojos de María «para descubrir en este Niño el rostro humano de Dios».

«También para nosotros, hombres del tercer milenio, es posible encontrar a Cristo y contemplarlo con los ojos de María. La noche de Navidad se convierte así en escuela de fe y vida», aseguró.

Antes de la Misa, por la tarde, el Papa encendió el Cirio de la Paz en la ventana de su apartamento, que da a la plaza de San Pedro. No pronunció frase alguna, sólo rezó unos segundos por la paz en el mundo.

Concluida la emocionante eucaristía, las miles de personas que llenaron la basílica visitaron en el centro de la plaza el portal de Belén levantado delante del obelisco que recrea los ambientes típicos de la tradición de roma, con sus escenas de vida familiar y artesanal.

El Belén cuenta con 17 figuras, todas a tamaño natural, de las que más de la mitad provienen del Portal de Belén que fue realizado en 1842 en la iglesia romana de San Andrés della Valle por San Vicente Palotti

A la derecha del nacimiento ha sido colocado el tradicional árbol de Navidad, que este año ha regalado al Papa Croacia.

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ZENIT Staff

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