JERUSALÉN, 22 enero 2003 (ZENIT.org).- Cáritas de Jerusalén considera que la población civil palestina vive una auténtica emergencia humanitaria y ha reclamado la ayuda de comunidad internacional y de las Iglesias del mundo para que israelíes y palestinos puedan encontrar la paz.
El llamamiento ha sido lanzado con ocasión del reciente encuentro de los obispos europeos y norteamericanos celebrado en Jerusalén la semana pasada.
El secretario general de Cáritas de Jerusalén , Claudette Habesh, describió la emergencia humanitaria que vive en la región: «Desde septiembre del 2000, o sea, desde que empezó la segunda Intifada, se han registrado 1.918 muertos palestinos, de los que el 19% tenían menos de 17 años. De los 41.000 heridos, 2.500 están afectados por incapacidades permanentes», afirmó Habesh citando también distintas fuentes oficiales.
De acuerdo con los datos que proporciona, los activistas palestinos que han sido pasados por las armas ascienden a 185 y 6.000 permanecen aún detenidos en las cárceles; de éstos, 350 son chavales. Además, 720 casas han sido demolidas y 11.553 han resultado dañadas.
La situación está agravada por el «fracaso de las resoluciones de las Naciones Unidas relativas al conflicto palestino-israelí, por la política de asentamiento israelí y por la incapacidad de la Autoridad palestina de responder a las exigencias de la sociedad civil palestina», señaló Habesh.
«La economía palestina está colapsada –continuó–. Sectores como el turismo, la agricultura y las telecomunicaciones, no muestran signos de recuperación y muchas empresas se han visto obligadas a despedir a sus trabajadores».
Para completar este perfil, «el producto interior bruto ha bajado un 51% y el desempleo en Gaza es del 67%. El 75% de la población vive ya por debajo del umbral de pobreza».
La situación en las escuelas no es mejor: «Según el Ministerio de Educación palestino –informa Cáritas–, 850 escuelas están cerradas, 9 han sufrido actos vandálicos, 8 se han convertido en cuarteles militares, 11 han sido destruidas por completo y más de 185 han sido bombardeadas. Se ha registrado la muerte de 132 estudiantes, 2.500 han resultado heridos y se han perdido 1.135 horas de clases por los cierres y el toque de queda».
Pero lo que más preocupa, según Cáritas, es la emigración de los cristianos de Tierra Santa: «es esencial que la Iglesia se involucre en los programas escolares para promover el sentido de identidad de los cristianos, la creación de nuevos puestos de trabajo y la construcción de casas».
«Solos no podemos hacerlo –concluyen–. Por ello llamamos a la comunidad internacional y a las Iglesias del mundo para que israelíes y palestinos sean ayudados en la búsqueda de la paz».