Obispos de Venezuela: «Trabajar por la paz»

CARACAS, 31 enero 2003 (ZENIT.org).- Publicamos el documento «Trabajar por la paz» que publicó este jueves la Conferencia Episcopal de Venezuela.

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TRABAJAR POR LA PAZ

A todos los fieles católicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad:

Queridos hermanos y amigos:

Introducción

1. Hondamente preocupados por la gravísima situación social, económica y política que vive actualmente nuestra Patria, los Arzobispos y Obispos de Venezuela queremos hacer un nuevo llamado a todos los fieles de la Iglesia y a los venezolanos de buena voluntad a renovar los esfuerzos por encontrar como hermanos y ciudadanos de una misma Nación una pronta solución a la profunda crisis que a todos nos angustia.

Algunos rasgos de la situación

2. Nos encontramos en una situación de grave conflictividad política que va llevando progresivamente al endurecimiento de posiciones. No se ha creado la Comisión de la Verdad para investigar y sancionar las violentas agresiones contra manifestaciones pacíficas que han producido un considerable número de muertos y heridos. Cuerpos de Seguridad y grupos armados actúan violentamente con impunidad, y no se ha implementado el desarme de estos. Se amenaza a los educadores y a los medios de comunicación y hay sombrías expectativas ante el proyecto de la Ley de Contenidos Se dan nuevas y repetidas violaciones a los derechos humanos, constitucionales, civiles, individuales y sociales, políticos y económicos de personas y corporaciones. Lo anterior acontece sin que las instituciones encargadas de velar por la legalidad y de administrar justicia actúen con eficacia para sancionar a los culpables, y salvaguardar y restituir los derechos de las víctimas y agraviados. Asistimos a una paralización económico-social agravada por el paro cívico indefinido, y las condiciones actuales de la economía venezolana hacen prever un fuerte incremento del desempleo, la marginalidad y la especulación comercial , que golpean especialmente a los ya pobres, y a cuantos ingresan en la dolorosa lista de los excluidos.

Trabajar por la paz

3. Ante ese panorama queremos recordar la enseñanza y promesa de Nuestro Señor Jesucristo: “Felices los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados Hijos de Dios”(1) De todo corazón y de manera apremiante queremos invitar a todos los venezolanos, especialmente a los dirigentes del mundo político, económico, social , cultural y comunicacional a poner todo su empeño en trabajar por la paz. El logro de ésta requiere, sin duda, medidas políticas que conduzcan a la solución de la crisis. En este sentido apoyamos los esfuerzos de la Mesa de Negociación, como lo hicimos públicamente en nuestra visita a la misma el pasado 10 de enero, así como las actuales gestiones del Grupo de Amigos de Venezuela y las propuestas del Presidente Carter: iniciativas de carácter internacional que deben ser muy tomadas en cuenta por ser una valiosa contribución para la resolución de nuestras dificultades. El país entero exige que la Mesa de Negociación, hasta ahora sin resultados, abra los caminos para una salida pronta, pacífica democrática y electoral a la presente situación de conflicto. Es preciso que los Poderes Públicos actúen con independencia, cumplan con su deber ajustándose a la Constitución Nacional, y abran los caminos para esa solución de la cual dependen la paz social y la reactivación económica.

Reconocernos como hermanos

4. Hace falta, además, que todos los venezolanos evitemos que se siga fracturando nuestra sociedad. Respetemos las opiniones de los demás, las diversas opciones y simpatías políticas, y no nos dejemos llevar por el apasionamiento y la absolutización de nuestra opción. Solo Dios es absoluto. “Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a El servirás”, nos advierte el Señor Jesús (2)

5. Si queremos un futuro de paz para Venezuela es urgente que sepamos reconocernos como hermanos aún con las diferencias que podamos tener. Ello exige superar el lenguaje y las actitudes de enfrentamiento, división y exclusión. Requiere, a la vez, que reconozcamos a cada uno como nuestro semejante y poseedor de igual dignidad. Nos une el hecho de ser personas humanas, hijos de Dios, y el compartir una misma tierra y sueños comunes como pueblo. A partir de esta realidad, y con la ayuda del Señor, podemos hacer posible el encuentro entre todos los venezolanos, para superar las brechas existentes desde hace mucho tiempo, y abrir continuamente las puertas al auténtico desarrollo de nuestra Patria. Esto supone rechazar el camino de la violencia, estar dispuestos a dar y pedir perdón, a abrirnos al diálogo, a evitar la mentira y los falsos rumores, a practicar la solidaridad. Pero sobre todo, exige un radical cambio de actitud: desde el ciudadano más sencillo hasta quienes tienen las mayores responsabilidades de la Nación tienen que facilitar el encuentro, privilegiando lo que nos une y desterrando el odio, la descalificación de los demás. La retaliación, la sacralización de las ideologías y proyectos como nuevos ídolos. Aquí es bueno recordar lo que dijo Jesús ante la pretensión de pervertir el sentido de las normas y leyes: “El sábado es para el hombre, y no el hombre para el sábado”(3). Si no hay cambio de actitud, es decir, conversión de corazón, no será posible la paz.

La Iglesia factor de unidad

6. Nuestra Iglesia actúa en la sociedad como signo de unidad. Los cristianos, particularmente los laicos, pueden tener libremente diversas visiones y opciones políticas, siempre y cuando no vayan contra los principios evangélicos. A nosotros quien nos une en la Iglesia es Jesucristo, el Señor. A partir de su Evangelio se iluminan las diversas posiciones de los cristianos, las cuales no deben ser motivo de división interna, A la luz del Evangelio, la Iglesia, sin sacralizar o consagrar ninguna opción política, debe contribuir a la construcción de la paz en el País.

7. Hoy, en medio de la actual crisis, diversos sectores exigen al Episcopado pronunciamientos a favor de determinada postura partidista. Pero la Iglesia y los Obispos, al trabajar por la paz, no favorecen parcialidad alguna. La verdadera exigencia ante la cual la Iglesia y los Obispos no podemos negarnos, es al servicio de todo el hombre y de todos los seres humanos. Este servicio incluye la defensa de los derechos humanos, la denuncia de la injusticia, la proclamación de la verdad que “ nos hace libres “ (4), y la colaboración a la unión de todos los venezolanos .

8. La Iglesia, al promover, fortalecer y construir la unidad de todos en Venezuela se basa en el ejemplo vivo de Jesucristo, quien derribó todo muro de división existente entre los hombres, para hacer realidad una humanidad nueva (5). Como lo ha venido haciendo siempre, y de manera especial en el año 2002 a través de numerosas declaraciones, homilías y documentos colectivos y personales del Episcopado en todo el País, la Iglesia seguirá anunciando, a tiempo y a destiempo, los valores del Evangelio. Invitamos a todos a trabajar por la paz asumiendo la propia responsabilidad social y política, y exigimos que se tome en serio la dignidad y el valor supremo de la persona humana.

El compromiso de solidaridad de los católicos

9. Reiteramos que el compromiso de la Iglesia es con todo el pueblo de Venezuela; por eso quiere favorecer el encuentro y la unidad de todos los ciudadanos, y promover la solidaridad, que es la firme determinación a trabajar por el bien común. La solidaridad es un camino para el encuentro. La superación de la crisis social, política y económica exige que todos, conscientes de nuestra responsabilidad, participemos generosamente en el diseño y la construcción de un país más justo, libre, próspero y fraterno, para lo cual debemos cumplir cabalmente nuestros deberes sociales, tal como lo pide el Papa Juan Pablo II en su reciente mensaje con motivo de la
Jornada Mundial de la Paz.

10. En este sentido, la Iglesia, -obispos sacerdotes, religiosos y laicos- ayudará, acompañará y facilitará todas las iniciativas que promuevan el encuentro, el diálogo y la paz de los venezolanos. Pero también hará más intensa su acción de amorosa solidaridad a través de programas que atiendan de manera directa a los más necesitados en la grave situación socio-económica actual. Para esto, a través de Caritas de Venezuela , las Caritas diocesanas, las Parroquias y otras instancias eclesiales, la Iglesia irá proponiendo iniciativas en el próximo futuro. De igual manera, como servicio que tiene su raíz en el Evangelio, se fortalecerán las Vicarías o Comisiones de Derechos Humanos para atender toda aquella situación que atente contra la sagrada dignidad humana.

Proclamación de la esperanza

11. La situación actual exige de todos los miembros de la Iglesia que evitando todo fatalismo ejerzamos el ministerio de la esperanza. No se trata de crear falsas expectativas; tampoco de favorecer ilusiones de ningún tipo. Más bien se trata de que, confiando en Dios, demos una respuesta positiva a los retos que se nos presentan, propiciando una salida democrática que conduzca a la paz. Los dirigentes del mundo político, económico, social cultural y los medios de comunicación social deben escuchar la voz del pueblo, y no la de sus intereses partidistas, grupales o personales. Los que detentan el poder político, en sus diversos niveles y en los diversos Poderes Públicos, así como los que proponen otras alternativas, deben propiciar el encuentro y el diálogo, respetando y promoviendo los valores: verdad, justicia, amor y libertad como pide el Santo Padre Juan Pablo II en el Mensaje ya citado.. Con la fuerza del Espíritu, la Iglesia animará la esperanza, que es la fuerza que Dios ha puesto en nosotros para crecer, construir y caminar hacia la plenitud del Reino del amor y de la paz.

Conclusión

12. Por nuestro ministerio pastoral actuamos en el nombre de Dios. Por eso invitamos a todos los católicos y creyentes a intensificar la oración y el compromiso, que se nutren y fortalecen con la Palabra de Dios y los Sacramentos, para que todos trabajemos sin descanso por la paz. Confiados en la intercesión de Nuestra Señora de Coromoto imploramos del Señor su gracia y su luz, para asumir y responder a los desafíos que se nos presentan hoy: con la ayuda y bendición del Señor podremos ser constructores de la paz.

De corazón impartimos a todos nuestra afectuosa bendición episcopal.

Firman, los Arzobispos y Obispos de Venezuela.

Caracas, 30 de enero de 2003

Notas.
1- Mt.5,9
2- Mt 4,10
3- Mc.2,27
4- Jn. 8,32
5- Ef 2,14-16

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ZENIT Staff

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