BUENOS AIRES, 1 agosto 2003 (ZENIT.org).- «Apertura desde una sólida identidad». Esta es, según Alfredo Amadeo, la definición de la actitud ecuménica que se debe potenciar en la catequesis.
El director del SEDIA, el servicio ecuménico del movimiento Fundar, dirige un curso que terminó este viernes en la Casa Trinidad de Juncal titulado «Introducción a la Pastoral Ecuménica. Bautismo – Matrimonios Mixtos – Pastoral General».
En este curso, explica el profesor Amadeo, se afronta el tema de los matrimonios mixtos y de la necesidad de introducir una «actitud ecuménica» transversal en toda catequesis y formación.
«El ecumenismo exige no menos, sino mucha más fe», afirma convencido el profesor Amadeo.
–¿Qué quiere decir «integrar la actitud ecuménica» en la enseñanza?
–Alfredo Amadeo: Se trata de que tanto los contenidos de la Catequesis como su metodología pedagógica desplieguen los «aspectos ecuménicos» de los contenidos de la fe.
La catequesis no es solo enseñar doctrina como contenidos de la fe sino también iniciar y profundizar al camino de la vida cristiana desde su espiritualidad, liturgia, moral hasta el compromiso eclesial.
Por tanto, la dimensión «ecuménica» de la catequesis implica dos aspectos: profundizar a los catecúmenos en la fe católica y prepararlos para el contacto y respeto con los demás cristianos.
Metodológicamente se trata de generar la «actitud ecuménica» (manifestada en gestos, formas de pensar, etc.), que implica apertura, pero desde una sólida identidad. El ecumenismo exige no menos, sino mucha más fe.
–Hasta que punto la gente tiene claro que el bautismo es uno solo y valido, entre los cristianos?
–Alfredo Amadeo: En la practica pastoral cotidiana, no existe mucha conciencia de esta realidad, salvo que por alguna oportunidad (acceso a los sacramentos de la Iglesia católica) se requiera considerar sobre la validez del bautismo conferido por otras comunidades cristianas.
A este respecto, la teología católica, desde San Agustín en adelante siempre afirma la validez del sacramento, mientras se cumplan los tres requisitos: con agua, con la formula trinitaria y con la intención con que lo hace la Iglesia al conferir dicho sacramento.
Es importante remarcar que el Bautismo es el «fundamento» de la fraternidad y la comunión ya existente –aunque no perfecta– entre todos los cristianos, y que además de introducirnos en el misterio de Cristo y de la Iglesia, nos ordena a la comunión con los demás cristianos.
El Magisterio de la Iglesia es claro al respecto (cf. «Unitatis Redintegratio», n. 3; «Directorio ecuménico», n. 92-101). Uno de los documentos ecuménicos mas importantes sobre el tema trata igualmente este tema desde la perspectiva ecuménica, el llamado «Documento de Lima 1982» o BEM (Bautismo, Eucaristía y Ministerio) elaborado por la Consejo Mundial de Iglesias.
–Cuales son las dificultades mayores que se encuentran los participantes al curso?
–Alfredo Amadeo: En general, los participantes a nuestros cursos son agentes de pastoral comprometidos con la misión de la Iglesia. La gran mayoría trabajan de una u otra manera en el ecumenismo (sea «ad intra» como «ad extra»). Las dificultades y/o preguntas que pueden surgir son justamente sobre cuestiones pastorales: quienes son los interlocutores del dialogo, criterios para el mismo, intercomunión (u hospitalidad eucarística), pastoral con los matrimonios mixtos.
Un tema colateral, pero importante, es el tema de las sectas o MRL como desafío pastoral. El trabajo ecuménico en Argentina va consolidándose. El substrato cultural de nuestro pueblo (con las distintas corrientes inmigratorias que hemos recibido) permite trabajar el dialogo «de la vida» y fomentar una cultura del respeto y convivencia pacifica.
El cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, durante su ultima visita a nuestro país (diciembre de 2001) nos alentó a continuar y potenciar el compromiso «irreversible» de la Iglesia católica por el ecumenismo.
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