CASTEL GANDOLFO, 20 agosto 2003 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha condenado duramente el atentado suicida de este martes contra un autobús en Jerusalén en el que murieron 20 personas, seis de ellas niños, uno de los atentados más cruentos de Tierra Santa en los últimos tres años.
Comentando este dramático acto de violencia, así como el atentado con las la sede de las Naciones Unidas en Bagdad, el Papa explicó al final de la audiencia general de este miércoles que estos hechos «sólo pueden provocar en nuestro corazón profunda tristeza y unánime reprobación».
Desde el patio de la residencia pontificia de Castel Gandolfo, añadió: «Mientras confiamos a la misericordia divina las personas que han perdido la vida e imploramos consuelo para quien llora, pedimos al Dios de la paz que prevalezca en los corazones la sabiduría y que los responsables de la cosa pública sepan romper este funesto torbellino de odio y violencia».
En el autobús, lleno de judíos ortodoxos que regresaban del Muro de las Lamentaciones, viajaban muchos niños: 40 de los 100 pasajeros heridos son menores de edad.
El primer ministro palestino Mahmoud Abbas, al recibir la noticia del atentado, lo calificó de «crimen terrible» y anunció que cesará sus contactos con los grupos extremistas, y que tendrá que cancelar sus viajes al extranjero, en particular la visita que en los próximos días tenía prevista al Vaticano.