BUNIA, 25 agosto 2003 (ZENIT.org).- Un sacerdote, vicario parroquial de Fataki, localidad de mayoría Hema en el norte de Ituri –al noroeste de la República Democrática del Congo–, ha sido asesinado a sangre fría por los milicianos Lendu y su cuerpo fue abandonado en un camino.
Así lo han referido testigos presenciales al párroco de Fataki, Portáis Dhena, según ha podido recoger la agencia misionera Misna este lunes.
Del sacerdote congoleño fallecido, Justin Mandro Kpanga –de treinta años–, se había perdido el rastro a principios de agosto, cuando Fataki fue asediada por las milicias Lendu.
Junto a otros civiles, el padre Kpanga fue deportado. Algunos de los secuestrados por los Lendu lograron huir y relataron que el sacerdote murió acribillado.
La inseguridad en toda la zona hace imposible por el momento la recuperación del cuerpo del vicario parroquial de Fataki, de acuerdo con la información procedente de Bunia, cabeza de distrito de la atormentada región de Ituri.
En el marco de la guerra que desde 1998 se ha cobrado cerca de tres millones de vidas en ex Zaire –donde las potencias de la región de los Grandes Lagos se disputan el control de los inmensos recursos naturales del territorio–, la región de Ituri es escenario de fuertes combates entre las milicias Hema y Lendu, notoriamente respaldadas –económica y militarmente– por Uganda y Ruanda.
La zona de Fataki está habitada en su mayoría por Gegere, esto es, de la etnia Hema del norte de Ituri, repetidamente objeto de las vejaciones de los guerrilleros Lendu.
En los alrededores de Fataki –a unos 80 kilómetros al norte de Bunia–, un número indeterminado de civiles de etnia Hema ha sido deportado a algunos «campos de prisioneros» organizados por las milicias Lendu, de acuerdo con testimonios procedentes de la localidad de Boulé –a diez kilómetros de Fataki–.
Los prisioneros fueron secuestrados por los Lendu durante los combates de finales de julio y principios de este agosto durante los cuales los milicianos atacaron Fataki y acabaron con la vida de con unas ochenta personas.
Tras los violentos enfrentamientos, más de cincuenta mil personas se refugiaron en Boulé. A la ciudad han llegado varias decenas de civiles que han logrado escapar de los mencionados «campos» donde los detenidos son sistemáticamente maltratados y sometidos a trabajos forzados.
Los refugiados en Boulé se encuentran en una grave situación ante la privación de toda asistencia. El viernes pasado, por primera vez en un mes, un avión de las organizaciones humanitarias de Bunia logró aterrizar en esta localidad, inaccesible por otros medios dada la falta de seguridad en las carreteras.
A bordo transportaba medicinas, ropa de abrigo y alimento destinado a los miles de personas que se encuentran en situación desesperada.
Por el momento, ni la MONUC (Misión de la ONU en el ex Zaire) ni la fuerza de paz europea enviada por las Naciones Unidas en junio se han desplazado a verificar la situación en Fataki alegando motivos relacionados con la falta de seguridad.