LIMA, 26 agosto 2003 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la declaración que el sábado pasado difundió el Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana sobre la «píldora del día siguiente», llamada también «anticoncepción oral de emergencia».
* * *
“DEFENDAMOS LA VIDA»
“Pediré cuentas de la vida del hombre al hombre” (cf. Gn. 9,5)”
1. “La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta “la acción creadora de Dios” y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (Evangelium Vitae N° 53). Con estas palabras el Magisterio de la Iglesia expone el contenido central de la revelación de Dios sobre el carácter sagrado e inviolable de la vida humana.
2. En esta misma línea de la Enseñanza de la Iglesia, la Conferencia Episcopal Peruana ha hecho conocer al Congreso de la República, en el marco de la Reforma Constitucional, que “El ser humano, desde el primer momento de su existencia, que comienza con el proceso de la fertilización, tiene dignidad de persona y es, por lo tanto, sujeto de derechos, entre los cuales el primer derecho es el de la vida”.
3. La vida humana es, pues, sagrada e inviolable. Por ello preocupa enormemente que la política de población del Gobierno esté introduciendo en nuestra sociedad un estilo que no respeta la vida y que mina las bases sociales, la maternidad, la paternidad verdaderamente responsable, la cohesión familiar, hoy tan necesarias en el mundo y en el Perú.
Lamentablemente es una política anti-vida y es una quiebra de valores donde intervienen ideologías e intereses dirigidos contra la dignidad de la persona y contrarios a la vida humana. Sucede, a menudo, que estas campañas son debidas a presiones y están financiadas por capitales provenientes del extranjero y, en algún caso, están subordinadas a las mismas y a la asistencia económico-financiera. (Sollicitudo Rei Socialis, # 25)
4. En este contexto, queremos llamar la atención, sobre la píldora “del día siguiente” llamada también “anticoncepción oral de emergencia”:
La píldora del día siguiente ejerce un mecanismo de tipo predominantemente “antianidatorio”, es decir, que impide que el eventual óvulo fecundado, que es un embrión humano, se implante en la pared uterina, mediante un mecanismo de alteración de dicha pared. El resultado final será por tanto, la expulsión y la pérdida de dicho embrión.
Es claro que la evidente acción “antianidatoria” de la píldora “del día siguiente”, en realidad no es otra cosa sino un aborto realizado con medios químicos. No es coherente intelectualmente, ni justificable científicamente, afirmar que no se trate de la misma cosa. Por lo demás, parece bastante claro que la intención de quien pide o propone el uso de dicha píldora, tiene directamente la finalidad de interrumpir un eventual embarazo en curso, exactamente como en el caso del aborto. El embarazo, de hecho, comienza desde la fecundación y no desde la implantación del óvulo fecundado en la pared uterina, como en cambio se pretende sugerir implícitamente.
5. Frente a la difusión de tal modo de proceder, exhortamos vivamente a todos los profesionales del sector salud a poner en acto, con firmeza, una objeción de conciencia moral y que, con coraje, den testimonio sobre el valor inalienable de la vida humana, sobre todo frente a una nueva forma encubierta de agresión a los individuos más débiles e indefensos, como es el caso del embrión humano.
6. El “no matarás” implica para el cristiano, el imperativo de respetar, amar y promover la vida de cada hermano, especialmente cuando es más débil o está amenazada. Esto es una exigencia no sólo personal sino también social, que todos debemos cultivar, poniendo el respeto incondicional de la vida humana como fundamento de una sociedad renovada.
7. Hoy, una gran multitud de seres humanos débiles e indefensos, como son los niños aún no nacidos, están siendo aplastados en su derecho fundamental a la vida. La Iglesia no puede callar frente a esta injusticia grave, considerada por algunas ideologías, como elemento de progreso de cara a la organización de un nuevo orden mundial.
8. Esta reflexión, unida a todo el Magisterio de la Iglesia, quiere ser una afirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter inviolable.
9. Queremos también, hacer un llamado a todos y cada uno, en nombre de Dios a ¡Respetar, defender, amar y servir a la vida, a toda vida humana!. “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” ( Hch 5, 29)
Sólo siguiendo este camino el Perú encontrará justicia, desarrollo, libertad, y verdadera paz.
Lima, 23 de agosto de 2003
El Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal Peruana