BOGOTÁ, sábado, 3 abril 2004 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención del padre Silvio Cajiao. S.J., profesor de teología en Bogotá,, pronunciada en la videconferencia mundial de teología organizada por la Congregación para el Clero (http://www.clerus.org) sobre «Los fieles laicos», el 30 de marzo.
Dimensión profética de los laicos en América Latina
En el marco de esta video conferencia sobre los laicos me corresponde referir a la carta de Juan Pablo II en su No. 14 que dice: "La participación en el oficio profético de Cristo, "que proclamó el Reino del Padre con el testimonio de la vida y con el poder de la palabra", habilita y compromete a los fieles laicos a acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía."
Dentro del gran marco doctrinal de toda la exhortación apostólica de los obreros invitados a trabajar en la Viña del Señor, e igualmente apuntando a la gran dignidad de los fieles laicos en su incorporación a Cristo y participando con Él de su unción sacerdotal, profética y real en este apartado del número 14 se destaca de manera particular la valentía que corresponde a los fieles laicos para denunciar aquello que no corresponda con la dignidad de seres humanos y desde la fe cristiana a hijos de Dios.
Esta "valentía" nos refiere a la "parresía" que los fieles "seguidores del camino" en el libro de los Hechos de los Apóstoles tenían para testimoniar a Cristo Jesús en su contexto y que desde la perspectiva del mundo de hoy y en el ámbito latinoamericano están llamados a dar también los fieles laicos.
En efecto en un continente asediado por la injusticia, la corrupción político administrativa de los Estados, la violencia cotidiana de la pobreza y de la fuerza destructora de los desequilibrios sociales, de la falta de oportunidades que denotan todas ellas un irrespeto por la dignidad humana, los bautizados en su compromiso fundamental de hacer presente el Evangelio, como buena noticia de salvación, están llamados a encarnar en las estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas un comportamiento tal, que su testimonio de vida sea un primer contraste para poner en evidencia lo que es indebido al compromiso de ciudadanos de bien.
Pero además de este testimonio fundamental han de estar preparados para personal y comunitariamente, ya sea con organizaciones confesionales católicas, u otro tipo de organizaciones de carácter civil, nacional e internacional, asumir la ardua, y en ocasiones riesgosa tarea, de denunciar y poner en evidencia situaciones que atentan contra el ser humano y que desde su perspectiva de fe se constituyen en actos que ofenden gravemente a Dios por tratarse de asesinatos, propagación de la guerra, secuestros, aprovechamiento de la posición social o política para excluir y robar el bien público. No en vano Juan Pablo II en reiteradas oportunidades ha convocado a los fieles laicos a que con responsabilidad y sacrificio asuman los papeles de dirigencia política, para librar esa lucha denodada contra quienes inescrupulosamente desde la política llevan a los pueblos a situaciones de injusticia y donde cabría hablar de un pecado social.