ROMA, miércoles, 7 abril 2004 (ZENIT.org).- Las acusaciones de violencia y de antisemitismo contra «La Pasión de Cristo» de Mel Gibson son infundadas, según el teólogo Bruno Forte, que en esta Cuaresma ha dirigido los Ejercicios Espirituales a Juan Pablo II.
«No hay que exagerar al querer convertir esta película en un testimonio de fe, pero no cabe duda de que lleva a apreciar la profundidad de los Evangelios, y nos confirma que Cristo nos amó hasta la muerte», añade el miembro de la Comisión Teológica Internacional dependiente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
En declaraciones a «Radio Vaticano», el profesor en la Facultad de Teología de Italia del Sur, aclara que la insistencia en el sufrimiento de Cristo en la pasión, aspecto criticado por algunos, «no está históricamente infundado».
«Si pensamos en la «flagellatio» (flagelación), tenemos que recordar que se trataba de un suplicio atroz, pues se le arrancaba la carne al condenado. Yo creo que detrás de esto hay la opción de explicar lo que decía Angela da Foligno; «Cristo no nos ha amado de broma»».
«Se trata de un aspecto que a veces se escapa en ciertas representaciones más edulcoradas de los Evangelios. Y este amor por la carne del Hijo de Dios, que como decía Tertuliano, «es el fundamento de nuestra salvación», puede ser el inspirador positivo de la decisión de Gibson, aunque el resultado a nivel de imagen pueda ser considerado por algunos como excesivo, pues se ve demasiada sangre», afirma.
Sobre el temor de que la película pueda fomentar el antisemitismo, monseñor Forte afirma: «Esto es algo absolutamente infundado. La película, en realidad, subraya la responsabilidad de los jefes judíos de la época en este complot político-judicial».
«Pero al mismo tiempo –añade el sacerdote– muestra la ambigüedad de Pilatos, las responsabilidades de los romanos, podría decirse incluso la «miseria» de Pedro… Entonces, si fuera antisemita, habría que decir que también es antirromano y, paradójicamente, que este «antipetrino»», es decir, contra el papado, pues Pedro fue el primer Papa.
Sobre el valor espiritual de la película, el teólogo explica: «ciertamente esta película nace de un director que declara abiertamente que quiere dar testimonio de su fe, y éste es un hecho ciertamente apreciable. Pero hay que ser cautos antes de decir que la película es simplemente un de fe a secas», advierte.
«Aclarado esto, nos encontramos ante un producto que de hecho llevará a muchas personas en el mundo a replantearse la pasión de Cristo. Yo vería en esto una analogía con las representaciones sagradas medievales», añade.
«Creo que en este sentido la Pasión de Cristo también puede hacernos experimentar, sobre todo con el testimonio de perdón que Jesús ofrece a sus perseguidores y de amor hasta el final, una extraordinaria fuerza de rescate y de esperanza», subraya.
Monseñor Forte confiesa que la película «me ha llevado a apreciar todavía más la sobriedad narrativa y la profundidad de los Evangelios, y sobre todo te hace experimentar que Cristo es quien te ha amado verdaderamente hasta el final, que en este amor suyo hasta el final se ha revelado como el Hijo de Dios que vino para salvarnos».