Jueves Santo: Juan Pablo II quiere una Iglesia «enamorada» de la Eucaristía

Sólo así podrá suscitar vocaciones al sacerdocio, constata

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CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 8 abril 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II abogó este Jueves Santo por una Iglesia «enamorada de la Eucaristía» como condición indispensable para suscitar vocaciones al sacerdocio.

En la misa con la que conmemoró la Última Cena de Jesús con los discípulos, el Papa dedicó la homilía a meditar en el lavatorio de los pies, así como en la institución de los sacramentos de la Eucaristía y del Sacerdocio.

«Sólo una Iglesia enamorada de la Eucaristía genera, a su vez, santas y numerosas vocaciones sacerdotales», afirmó el pontífice aludiendo a uno de los mensajes centrales de la Carta que en este Jueves Santo ha enviado a todos los presbíteros del mundo.

«Y lo hace a través de la oración y el testimonio de santidad, ofrecido de manera especial a las nuevas generaciones», añadió.

En la Basílica de San Pedro del Vaticano, el Santo Padre había presidido en la mañana la Misa Crismal, en la que bendijo los Santos Oleos y recordó momentos de su primera misa.

«¿Cómo no recordar con profunda conmoción el entusiasmo del primer «sí», pronunciado el día de la ordenación presbiteral? «¡Aquí estoy». Hemos respondido a Aquél que nos llama a trabajar para su Reino», afirmó en la eucaristía matutina concelebrada junto a los cardenales, obispos y sacerdotes presentes en la Ciudad Eterna.

En la tarde, también en la Basílica vaticana, el pontífice compartió algunas de las reflexiones sobre la importancia del sacramento de la Eucaristía que en los últimos tiempos se han convertido en sus preocupaciones prioritarias. El Jueves Santo del año pasado publicó precisamente su última encíclica, dedicada a este sacramento, Ecclesia de Eucharistia.

Al igual que en los últimos años, el Papa no realizó personalmente el lavatorio de los pies de doce sacerdotes, delegando este gesto en el cardenal Joseph Ratzinger, decano del Colegio Cardenalicio, y en el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado vaticano.
<br> Todos los años, en esta Eucaristía, se invita a los peregrinos presentes en la Basílica de San Pedro a ofrecer una ofrenda por una intención particular. En esta ocasión, los donativos recogidos se destinarán a asistir a niños enfermos de Ruanda y Burundi.

Si bien las dos celebraciones eucarísticas tuvieron la prolongada duración que imprime la solemnidad del momento, Juan Pablo II no demostró señales de particular cansancio. En la misa vespertina se arrodilló en actitud de adoración ante la Eucaristía en dos ocasiones, ante el altar, y al concluir el rito, en la llamada capilla de la Reposición.

En la tarde del Viernes Santo el Papa presidirá la Celebración de la Pasión del Señor en la Basílica de San Pedro del Vaticano. En la noche, en el Coliseo, participará en el sugerente Vía Crucis que será transmitido en directo por numerosos canales de televisión de los diferentes continentes.

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ZENIT Staff

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