En vísperas del viaje apostólico el obispo Jacques Perrier había presentado un presupuesto provisional de 1.480.000 euros (unos 1.824.500 dólares).
Para afrontar estos gastos, se había previsto que los trescientos mil peregrinos ofrecieran voluntariamente un donativo de unos diez euros.
La afluencia masiva de los peregrinos en los ingresos desbordó a los organizadores, e impidió que pudieran recoger en la entrada esos donativos.
«La suma recibida sólo cubre el 15% de los gastos», reconoce el prelado, quien añade: «prefiero una cumbre espiritual y un agujero financiero que lo contrario».
El prelado se muestra confiado: «Espero que nuestro llamamiento sea escuchado y no voy a dramatizar».