Obispo español pide reaccionar ante el matrimonio homosexual

SANTIAGO DE COMPOSTELA, domingo, 22 agosto 2004 (ZENIT.orgVeritas).- El arzobispo de Pamplona, monseñor Fernando Sebastián, ha aclarado que la Iglesia católica «no se opone a que se reconozcan ciertos derechos civiles a cierto tipo de uniones, pero nunca podrá admitir la equiparación con el matrimonio».

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Añadió el 7 de agosto en una rueda de prensa en Santiago de Compostela que no es una cuestión de Iglesia, sino que «la sociedad española entera tendría que rebelarse contar el proyecto de ley del matrimonio homosexual».

El prelado consideró que «atenta contra las mismas bases de la convivencia social, que se funda en la familia».

«El Parlamento, con todos sus poderes civiles, no puede cambiar la naturaleza humana, que establece la complementariedad sexual entre el hombre y la mujer en orden a la procreación», añadió.

Monseñor Sebastián se refirió también a loa cuestión de la laicidad del Estado, y afirmó que «es evidente que hay una campaña que pretende imponer un Estado y una sociedad laica».

Según el prelado, «ése no es el Estado reflejado en nuestra Constitución, que considera la religión como algo bueno que hay que proteger, al nivel de otras dimensiones humanas. Un Estado laico acaba siendo un Estado totalitario, porque desconoce uno de los ingredientes de la libertad, que es la libertad religiosa».

«El modelo de Estado aconfesional fue el que defendió la Conferencia Episcopal en tiempos de Franco, cuando no era tan fácil hablar de esta cuestión», añadió.

Para el arzobispo de Pamplona, «nuestra cultura, por mucho que se quiera presentar como progresista, es una cultura sin futuro, sin esperanza», y señaló tres retos para los cristianos en la sociedad actual: «la defensa de la vida humana, el tratamiento humano del sexo, y el descubrimiento de Dios como horizonte de vida».

Según monseñor Sebastián, «cuando los católicos defendemos el verdadero matrimonio, estamos defendiendo la dignidad humana de la sexualidad».

Asimismo, se refirió a la cuestión de la experimentación con embriones, y afirmó que «no se puede matar al débil en beneficio del fuerte».

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ZENIT Staff

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