BOMBAY, martes, 31 agosto 2004 (ZENIT.org).- Para monseñor Raphael Cheenath, arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, el ataque registrado el pasado 26 de agosto contra una iglesia católica de su territorio por parte de fundamentalistas hindúes fue organizado y premeditado.
Ese día, en el pueblo de Raikia, en el distrito de Kandhamal del Estado de Orissa (India centro-oriental), un grupo de militantes hindúes atacó y sembró destrucción en la iglesia de Nuestra Señora de la Caridad y destruyó igualmente algunas casas de ciudadanos cristianos que viven cerca de la parroquia.
Una nota difundida por la Conferencia de los Obispos Católicos de la India (CBCI) recoge el relato del párroco, el padre Alphonse Baliarsingh, según el cual tres centenares de fundamentalistas armados con palos irrumpieron en el edificio echando abajo la puerta, y destruyeron la imagen de la Virgen, un Crucifijo y otras imágenes sagradas.
Los asaltantes hicieron una hoguera con la Biblia, libros litúrgicos, ornamentos y objetos sagrados y arrojaron al suelo el sagrario destruyéndolo. Posteriormente, atacaron algunas casas de cristianos y lanzaron piedras contra la ventanas de la residencia del párroco, prosigue el sacerdote, también vicario general de la diócesis.
Añadió que los días anteriores también una escuela católica del pueblo de Raikia había sido amenazada, y que más de 200 jóvenes cristianos habían protestado públicamente pidiendo la intervención y protección de las autoridades civiles, una protesta que podría haber desencadenado la reacción de los fundamentalistas.
En una declaración del pasado 27, la CBCI condena el ataque contra la iglesia de Raikia. «Templos, iglesias y mezquitas y “gurudwaras” son lugares sagrados y deben ser custodiados en su santidad», afirma el cardenal Telesphore Toppo, presidente del organismo católico.
Monseñor Percival Fernandez, secretario general de la CBCI subraya que «la profanación de lugares sagrados va contra la cultura de nuestro país» y que «la India es conocida desde hace siglos por su carácter de pluralismo religioso». «Cuantos perpetran estos nefastos actos de violación de lugares sagrados hacen un mal servicio a la humanidad», recalca.
El ataque a la iglesia fue premeditado y meticulosamente organizado, según monseñor Cheenath. «Los cristianos de Orissa aman la paz, son sensibles y respetan las expresiones religiosas de otras comunidades» añadió alertando a los ciudadanos de que no se dejen manipular por los fundamentalistas.
El prelado ha exhortado a la población de Orissa a promover la tolerancia religiosa y la armonía social. De todas formas, ha enviado un informe sobre lo ocurrido al ministro del Interior de la Unión India, Shiv Raj Patil, solicitando la apertura de una investigación judicial.
La preocupación expresada por los prelados indios se refiere también a otro grave episodio ocurrido en el Estado de Jharkhand, al este del país (Cf. Zenit, 24 de agosto). En un ataque contra su parroquia, el padre John Sunderam permanece en coma después de su acuchillamiento. El vicepárroco, el padre Albinio Tirkey, resultó también herido cuando intentaba defender al anterior.
Gobierna el Estado de Jharkhand el Bharatiya Janata Party (BJP) –derrotado en la elecciones federales del pasado abril–, que promueve una ideología nacionalista y mono-religiosa y es respaldado por movimientos fundamentalistas contrarios al servicio social y programas de desarrollo que promueve la Iglesia.
Bajo el gobierno del mismo partido, por su parte Orissa es uno de los Estados con mayor presencia de fundamentalistas hindúes. Allí se han verificado en los últimos años diversos episodios de violencia hacia las minorías religiosas y comunidades cristianas a fin de «devolver» al hinduismo a los convertidos al cristianismo.