ESTAMBUL, jueves, 2 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Más de cincuenta obispos cristianos amigos del Movimiento de los Focolares se han encontrado del 23 de noviembre al 1 de diciembre para dar su propia contribución al camino hacia la unidad plena.
Los prelados, católicos de varios ritos, ortodoxos, siro-ortodoxos, armenios apostólicos, anglicanos, y evangélico-luteranos, de al menos 18 naciones, participaron en las celebraciones patronales del patriarcado ecuménico de Constantinopla.
Conscientes de las tristes consecuencias de la desunión a través de los siglos, los obispos prometieron solemnemente aplicar ante todo el mandamiento evangélico del amor recíproco «para que Cristo viva siempre entre nosotros y el mundo pueda creer también gracias a nuestra contribución», como dijo el arzobispo de Praga, el cardenal Miloslav Vlk, uno de los principales promotores de la iniciativa.
En la oración ecuménica de apertura, celebrada en la iglesia católica de San Antonio, llena de cristianos de diferentes comunidades presentes en Estambul, intervino el patriarca ecuménico Bartolomé I, quien en la mañana siguiente se dirigió a los obispos para reconocer su celo por la unidad de los cristianos.
El centro de su meditación se concentró en el tema del Congreso, tomado de las palabras del Evangelio de San Mateo (18, 20), «Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Durante los días de convivencia, según informa un comunicado de prensa enviado a Zenit por el Servicio de Información de los Focolares, los obispos visitaron las diferentes comunidades cristianas de Estambul, uniéndose a su oración, y compartiendo sus alegrías y sufrimientos.
Particular importancia tuvo la visita a la sede del patriarca armenio apostólico Mesrob II, quien tras la celebración de las Vísperas, tuvo un largo diálogo con sus huéspedes sobre la vida y situación de la Iglesia armenia, que a través de los siglos ha dado un testimonio con frecuencia heroico. En su mensaje a la apertura del Congreso, ya había formulado un apasionado llamamiento a favor de la unidad.
Muy cordial fue el encuentro con el vicario patriarca siro-ortodoxo, Filüksinos Yusuf Çetin, y con su comunidad, que ofreció una alegre fiesta a los obispos. En una entrevista, el metropolita subrayó que el entendimiento que pudo apreciar entre los obispos es un importante ejemplo para los fieles.
En la sede del patriarcado ecuménico, los obispos participaron en las solemnes oraciones por la llegada de Roma de las reliquias de los santos Juan Crisóstomo y Gregorio Nacianceno, un gesto que como dijo el patriarca Batolomé I, «confirma que no existen en la Iglesia de Cristo problemas insuperables, cuando el amor, la paz y la justicia se encuentran».
Más tarde los prelados se unieron a las celebraciones por la fiesta de San Andrés, patrono del patriarcado ecuménico, que contaron con la participación del cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, en representación del Papa.
Tres intervenciones preparadas por Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, y leídas por sus cercanos colaboradores, ilustraron la espiritualidad de comunión que fundamenta el camino ecuménico que impulsa este Movimiento.
«El diálogo de la vida» o «diálogo de pueblo», explicó Chiara Lubich, «no es un diálogo de la base que se contrapone o se yuxtapone al de las así llamadas cumbres o responsables de Iglesias, sino que es un diálogo en el que todos los cristianos pueden participar».
El cardenal Kasper presentó un panorama de los recientes avances ecuménicos, y subrayó la aportación que ofrecen los movimientos eclesiales a la causa de la unidad.
«Estoy muy agradecido a estos movimientos, en particular al Movimiento de los Focolares, y creo que es un signo del Espíritu Santo… Sólo juntos podemos hacer algo por la llegada del Reino de Dios. En este sentido, los movimientos son una senda importantísima».
Antes de regresar a sus lugares de origen, los obispos se volvieron a dar cita para septiembre de 2005, en Bucarest, respondiendo a la invitación presentada por el patriarca ortodoxo de Rumanía, Teoctist y de su Sínodo.