ROMA, martes, 7 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Alertando de la dimensión actual del fenómeno de «los niños de la calle», un encuentro internacional promovido por el Vaticano han alertado de la necesidad urgente de intervenir en este sector, tomar conciencia de su gravedad e implementar una pastoral específica para estos chavales heridos en el alma.

Los «niños de la calle» son una «“fotografía” de la sociedad en la que viven, que no les ha apoyado, es más, que de algún modo les ha ocasionado» su situación «y les ha empujado a la deriva», denuncian los participantes del I Encuentro Internacional para la Pastoral de los niños de la calle.

Así se lee en las conclusiones –difundidas íntegramente la semana pasada-- de la iniciativa del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, que reunió en Roma el 25 y 26 de octubre a miembros del dicasterio, representantes de las Conferencias Episcopales de once países europeos –Austria, República Checa, Estonia, Rusia, Alemania, Irlanda, Italia, Polonia, Portugal, España y Hungría-- y siete de otros continentes –Bolivia, Brasil, R. D. Congo, Filipinas, la India, México y Perú--, junto a expertos en este campo.

Un mensaje de aliento en sus trabajos les hizo llegar Juan Pablo II, expresando su deseo de que se formulen propuestas de intervención en la acogida de la juventud en peligro. De hecho, la preocupación por la dignidad y el respeto a la infancia ha sido uno de los puntos sobre los que el Papa ha insistido este año (Cf. Zenit, 29 de noviembre de 2004).

Una «emergencia social, además de pastoral» plantea la cifra de 100 millones –según «Amnistía Internacional»-- (150 millones de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo) de niños de la calle, reconocen los participantes del encuentro, quienes han podido constatar que «las instituciones públicas» «no se movilizan adecuadamente» en «intervenciones de prevención y de recuperación» respecto al fenómeno.

En sentido estricto, empujados por numerosos motivos, «los niños “de” la calle» son aquellos que «privados de vínculo con su núcleo familiar de origen» «han hecho de la calle su vivienda». De todas formas, los expertos también han evidenciado el «preocupante fenómeno» en los países desarrollados de los «niños “en” la calle», que «prefieren vivir al día, con escasa o nula responsabilidad de formación».

En la base de este fenómeno social «de dimensiones cada vez más alarmantes» está la «creciente desagregación» familiar –y «situaciones de tensión entre padres»--, la emigración, la pobreza, la difusión del alcoholismo y otras drogodependencias, la prostitución, las guerras y los conflictos sociales, la difusión de una cultura «de la trasgresión», la falta de valores de referencia, la soledad y un sentido «cada vez más profundo de vacío existencial que caracteriza el mundo juvenil en general».

Ante la carencia de una respuesta de los poderes públicos, es «apreciable» en este contexto la intervención privada social y del voluntariado, constata el encuentro.

Pero aunque «activo y eficiente», el «asociacionismo de marco eclesial y de inspiración cristiana» es en cualquier caso «absolutamente inadecuado frente a la magnitud de las necesidades» y aparece «desenganchado de una pastoral orgánica específica», reconoce.

Y es que, además de «una mayor toma de conciencia sobre su gravedad», este desafío reclama «un empeño más sistemático para afrontarlo». Por ello los participantes en el encuentro internacional del dicasterio vaticano recomiendan preparar una «pastoral específica para estos niños, formulando nuevas estrategias y modalidades a fin de ponerles en contacto con al fuerza liberadora y sanadora del Evangelio».

De hecho «sólo una minoría de las iniciativas en el ámbito eclesial va más allá de las intervenciones socio-asistenciales y psico-pedagógicas», pues «no asumen, al menos al principio», una dimensión evangelizadora.

Con todo, la «propuesta religiosa es fundamental, porque el problema que une al pueblo de la calle» es «el terrible mal de la “muerte del alma”», alertan. De ahí la necesidad de «acoger la apremiante invitación a una nueva evangelización que desde hace años repite el Santo Padre», «porque sólo el encuentro con Cristo Resucitado puede devolver el gozo de la resurrección a quien está en la muerte».

Ello hace «fundamental pasar de la pastoral de la espera a la pastoral del encuentro» --puntualizan las conclusiones-- «llegando a los niños en su lugares de reunión» en las «zonas más “calientes” de nuestras ciudades».

En esta dinámica, es importante incluir «en los proyectos pastorales» múltiples intervenciones que «den la posibilidad a los niños de la calle de ser acompañados en el establecimiento de una nueva relación consigo mismos, con los demás, con Dios, con la comunidad de pertenencia o de adopción y de descubrir que hay alguien que les ama».

Ello se puede realizar llevar a cabo con la creación de comunidades y grupos –parroquiales o no— donde los jóvenes tengan la posibilidad de conocer y vivir el Evangelio; con escuelas de oración en parroquias y en las realidades eclesiales; con la formación de equipos de evangelización y chavales «misioneros»; con la creación de centros de formación para la evangelización de la calle; incluso con la constitución de lugares alternativos de reunión juvenil que ofrezcan propuestas llenas de valores y sentido; y también con la constitución de grupos de acogida que acompañen a los chavales en el largo camino de curación interior basado en el Evangelio.

Los expertos reunidos por el dicasterio vaticano coinciden en señalar la necesidad de que se destine «lo mejor de los recursos» «para preparar profesional y espiritualmente a los agentes pastorales» de este sector, que deben «mostrar una gran madurez humana, ser capaces de renunciar al éxito inmediato» y «de actuar en sintonía y colaboración con los demás educadores».

Igualmente se debe prever una labor con la familia de origen del «niño de la calle» –cuando sea posible--, orientada a la «reconstrucción del tejido familiar y al gradual acompañamiento y reinserción del chaval en su núcleo de pertenencia».

En estas tareas se debe buscar un «trabajo de conjunto» no sólo dentro de las propias estructuras, «sino también con cuantos en el territorio están comprometidos en la misma labor», procurando y acogiendo también la colaboración con otras fuerzas de matriz no eclesial, «pero de auténtica sensibilidad humana».

Para esta movilización a favor de los niños de la calle, las conclusiones del encuentro reconocen que «será de gran utilidad» que se creen en las Conferencias Episcopales y en las propias diócesis más afectadas por el fenómeno una oficina específica relativa al mismo. Y expresan su deseo de convocatorias periódicas de encuentros --como el recién concluido-- por parte del dicasterio organizador.

«Ha sido general la constatación de la urgencia de la intervención: el nombre de la infancia es “hoy”; mañana es demasiado tarde. Además la recuperación en edad temprana es relativamente fácil, no así cuando comienza la adolescencia», concluyen los participantes.

El texto íntegro del documento final se puede consultar en el siguiente enlace: www.evangelizatio.org/portale/adgentes/db/pcpmi_04.html.