ROMA, martes, 7 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Para el padre Bernardo Cervellera –misionero y periodista– los gobiernos de los países donde hay cristianos deberían escuchar el deseo de los fieles de este credo «de tener al menos un mínimo de reciprocidad entre la libertad que los musulmanes de Arabia Saudí poseen en el extranjero y la libertad que los cristianos deberían tener en Arabia Saudí».
El sacerdote del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME) dirige la agencia «AsiaNews», que –junto a otros sitios de Internet– apoyó la campaña internacional gracias a la cual hace poco más de un mes fue liberado Brian Savio O’Connor, un ciudadano indio acusado, torturado y encarcelado en Riad por presunta «evangelización cristiana» (Cf. Zenit, 26 de noviembre de 2004).
Tras su liberación, O’Connor alertó de que «en las prisiones saudíes hay aún muchos otros “Brian”» esperando ayuda.
Ocho millones de extranjeros trabajan actualmente en Arabia Saudita, donde –como describe el padre Cervellera– «está permitida la expresión pública sólo del islam y del islam wahabita» [perteneciente a una secta fundamentalista del islam, iniciada por Mohamed Ibnd Abdul Wuahab en Arabia Central, que interpreta el Corán en forma muy literal. Ndr].
«Hasta hace pocos años [en Arabia Saudí] para un cristiano estaba prohibido rezar incluso en privado. Ahora, en cambio, a causa de la presión internacional, los príncipes saudíes han dado permiso a los cristianos de orar al menos en privado y de poder reunirse de esta forma», explicó en los micrófonos de «Radio Vaticano».
«Pero lamentablemente –constató– la policía y gran parte de la sociedad saudí no acepta esta liberalización, por lo que los cristianos son arrestados».
De hecho, según el misionero del PIME, «ha habido muchísimos casos en estos años de personas que han sido detenidas, torturadas y, bajo presión internacional, liberadas o bien, en todo caso, expulsadas».
«No se sabe bien qué ocurre en las prisiones saudíes», pero «Brian fue torturado durante horas, colgado cabeza abajo, golpeado. Se dice que usaban su cabeza como balón de fútbol», recuerda el padre Cervellera.
Opina que «no hay que tener miedo de denunciar esta situación, porque Arabia, que entre otras cosas es un país del petróleo, un país rico, no puede permitirse tratar a sí a los extranjeros, que aprovecha por el trabajo, sin permitirles la libertad de profesar su fe».