CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 8 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención que pronunció Juan Pablo II este miércoles, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, antes de rezar a mediodía la oración mariana del Ángelus junto a varios miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro en el Vaticano.
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1. Tota pulchra es, Maria!
Hace ciento cincuenta años, el 8 de diciembre de 1854, el beato Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen.
El privilegio de ser preservada del pecado original significa que Ella es la primera redimida por su Hijo. Su sublime belleza, reflejo de la de Cristo, es prenda para todos los creyentes de la victoria de la Gracia divina sobre el pecado y sobre la muerte.
2. La Inmaculada Concepción aparece como un faro de luz para la humanidad de todo tiempo. Al inicio del tercer milenio, él nos orienta a creer y a esperar en Dios, en su salvación y en la vida eterna. Ilumina particularmente el camino de la Iglesia comprometida en la nueva evangelización.
3. Esta tarde, en el tradicional homenaje a la Virgen en la Plaza de España, confiaré la ciudad de Roma y el mundo entero a Ella, Madre Inmaculada del Verbo hecho Hombre. A su poderosa intercesión nos dirigimos ahora con confianza filial recitando el Angelus.
[Tras rezar el Ángelus, el Papa pronunció las siguientes palabras:]
Ayer por la tarde, en Mosul, en Irak, una iglesia armenio-católica y el arzobispado caldeo fueron destruidos. Expreso mi cercanía espiritual a los fieles, conmocionados por el atentado, y suplico al Señor, por intercesión de la Virgen Inmaculada, que el querido pueblo iraquí pueda por fin conocer un tiempo de reconciliación y de paz.
Saludo a los peregrinos presentes, en particular a los representantes de la Pontificia Academia de la Inmaculada, encabezados por el señor cardenal Andrzej Maria Deskur. Queridísimos: en este día de fiesta estoy particularmente cerca de vosotros. Rezo por vosotros y os aliento a perseverar en vuestra devoción a María Inmaculada.
Que la Virgen obtenga para todos las gracias deseadas.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit]