SCUTARI, jueves, 9 diciembre 2004 (ZENIT.org).- Tras un pasado reciente de régimen comunista y guerra, Albania necesita de la cooperación del extranjero para encarar su reconstrucción y mira con especial confianza a Europa, reconoce el arzobispo de Scutari, monseñor Angelo Massafra OFM.
Entre 1990 y 1992, Albania cerró 46 años de régimen comunista e inició su andadura democrática, no sin dificultades. Con una población en torno a los 3,7 millones de habitantes, los católicos representan aproximadamente el 13% de la población, los ortodoxos en torno al 20% y los musulmanes el resto.
La masacre de obispos, sacerdotes, monjas y un gran número de laicos forma parte de la historia más cercana de este país (Cf. Zenit, 13 de noviembre de 2002), cuyas iglesias fueron destruidas y todas las religiones prohibidas.
Compartiendo la carencia de recursos del país, la Iglesia en Albania lucha por levantar nuevas iglesias, así como otros locales necesarios para la población. La nación vivió una verdadera fiesta cuando el 19 de octubre de 2003 Juan Pablo II beatificó a la Madre Teresa de Calcuta, de origen albanés.
123 parroquias atienden en 7 diócesis a poco menos de medio millón de católicos en un país donde «hoy se vive en condiciones relativamente tranquilas» y «la democracia, aún joven, parecer reforzarse y encontrar el apoyo popular», describió la semana pasada monseñor Massafra al servicio de información (SIR) del episcopado italiano.
Con todo, «el primer problema es la pobreza» –alerta el prelado–: «el desempleo alcanza niveles terroríficos» donde la mitad de la población tiene menos de 25 años. «No hay trabajo y por ello nuestros jóvenes, las familias, sueñan con poder emigrar, alcanzar otras naciones europeas donde construir una vida digna», apunta.
En este contexto, el arzobispo de Scutari sugiere que «deberíamos considerar terminada la emergencia, pasando de las ayudas humanitarias a la cooperación por un verdadero desarrollo económico y social».
En su opinión, «casas, fábricas y escuelas» están entre las necesidades principales del país, pues «un pueblo puede mirar adelante con confianza si sus jóvenes estudian y se preparar para encargarse de los desafíos futuros».
«Por esto son siempre bien aceptadas y valoradas las iniciativas procedentes del extranjero (de otros Estados, de ONGs, de asociaciones de voluntariado, de diócesis…), orientadas a la formación profesional y a la creación de una difundida actividad empresarial. Experiencias de este tipo están en marcha desde hace tiempo gracias a organismos alemanes, franceses, italianos. Pero esperamos mucho también en Europa», reconoce.
«Miramos con confianza a la Unión Europea, cuyo recorrido de integración enseña a todos paz, colaboración económica, desarrollo social, respeto de los derechos –explica monseñor Massafra–. Por estas razones nuestra mirada se orienta a la UE y deseamos que las relaciones puedan intensificarse tal vez en una futura perspectiva de acercamiento institucional».
Y así como para Albania y los Balcanes «la UE puede ser una tabla de salvación» –admite–, «también de nuestra gente pueden llegar elementos útiles para una Europa multicultural, abierta a las diversidades, que intenta mantener lealtad en los ideales de los padres fundadores».
En el reciente pasado albanés «la presencia de las comunidades creyentes fue esencial» –«quien siguió siendo católico durante el régimen comunista y la guerra pagó frecuentemente un precio elevadísimo, hasta el martirio»–; «hoy la Iglesia sostiene los esfuerzos hacia la democracia y la modernización» en el país, subraya el arzobispo de Scutari.
«Desearíamos ayudar a todos a alimentar una esperanza –añade–, a rehacer una existencia digna de este nombre, sin tener que huir a otro lugar para poder vivir»
Es lo que alienta múltiples iniciativas, «sobre todo de tipo educativo y asistencial» –apunta el prelado–: escuelas, formación de enfermeros y maestros, cuidado de niños discapacitados y chavales víctimas de venganzas, asistencia domiciliaria para enfermos graves y ancianos.
«Proponemos también conferencias públicas, intentamos utilizar los medios de comunicación local para hacer oír una palabra buena; hemos traducido la “Familiaris Consortio” para aportar una visión positiva de la familia», «cada año difundimos en albanés el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de la Paz»; en resumen, «intentamos hacer lo posible, pudiendo contar con ayudas de más allá de las fronteras», reconoce.
En cualquier caso –revela monseñor Massafra– «me doy cuenta de que debemos insistir en la reconstrucción de la esperanza, sobre los valores», pues «después de tanto sufrimiento», «hay sed de todo lo que pueda ayudar a mirar el mañana con serenidad».