CIUDAD DEL VATICANO/TAIZÉ, domingo, 19 diciembre 2004 (ZENIT.org).- A fin de hacer del planeta una sociedad «que sea cada vez más como una familia», Juan Pablo II invita a los jóvenes a abrirse a los hermanos de diferentes culturas.
Así se desprende del mensaje que ha enviado el Santo Padre a la Comunidad ecuménica de Taizé (www.taize.fr), destinado a decenas de miles de jóvenes que de todo el continente se preparan para participar en el encuentro que organiza la Comunidad Ecuménica en Lisboa.
Del 28 de diciembre al próximo 1 de enero esta 27ª edición de la «peregrinación de confianza sobre la tierra» ofrecerá a los jóvenes un espacio de oración y encuentro para que profundicen en su fe y regresen a sus ámbitos concretos cargados de esperanza y confianza.
«Queridos jóvenes, el Papa se une en la oración con todos los que os reunís en Lisboa respondiendo a la iniciativa de la Comunidad de Taizé. Durante estos días, tendréis la oportunidad de vivir una íntima relación con el Señor y tener una experiencia de Iglesia con las comunidades de Portugal, mientras dais gracias a Dios por los dones que el Señor os ha concedido», dice la misiva, difundida por los organizadores.
«Para ser cristianos sólidos, se os llama a retornar a las fuentes de la fe a descubrir las profundidades de los misterios de Dios –prosigue–. Este conocimiento os ayudará a amar a Cristo, a servirle en su Iglesia y a dar testimonio en el mundo, en los lugares adonde sois enviados».
«También vivís la experiencia de la comunión entre las personas; esta comunión es el fundamento de la paz interior y de la fraternidad», añade.
«Cuando regreséis a casa, ¡sed cada vez más creadores de paz y de unidad! La ciudad en el que os encontráis, Lisboa, está abierta al mundo. ¡Abrios también vosotros a vuestros hermanos y hermanas de diferentes culturas para hacer del planeta una sociedad que sea cada vez más como una familia!», exhorta la misiva papal.
A los jóvenes «portadores de esperanza» también escribe el Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I –«primus inter pares» de las Iglesias ortodoxas–. «A pesar de diferencias nacionales, culturales y confesionales –les dice–, os habéis reunido para dar el luminoso y alegre mensaje de la salvación en Cristo, cuyo nacimiento celebráis en estos días».
«Habéis acudido a confesar con una sola voz y a traducir a los hechos que el cristianismo tiene todavía mucho que decir al mundo, para revelar la sustancia y el significado de la vida», constata.
«Estos encuentros son importantes hoy cuando vemos que la sociedad occidental está, desafortunadamente, alejándose más y más de los valores cristianos», reconoce el Patriarca ortodoxo de Moscú y de todas las Rusias Alejo II.
«Como jóvenes cristianos –dice a los jóvenes en camino hacia Lisboa–, representáis el porvenir de Europa y mucho depende de vosotros. (…) Dad testimonio del Señor sin miedo y que vuestros esfuerzos sean dignos de la esperanza cristiana. ¡Sed la luz del mundo!».
«Una sociedad que olvida sus orígenes pierde vitalidad –advierte–. Y una persona que pierde su conexión con el Creador está condenada a sufrir» porque «el alma humana, por su naturaleza, busca a Dios para encontrar en él el sentido de su existencia», cosa que expresaba San Agustín cuando decía «Me has hecho para Ti, y nuestros corazones no descansan hasta que descansen en Ti».
«Mi deseo es que el encuentro sea una confirmación de estas palabras y un recuerdo de que el cristianismo ha sido, sigue siendo y será un fundamento para la civilización europea», expresa.
«Que llevados por Dios a una oración más profunda, se fortalezca la comunión entre vosotros, y que a imagen de Cristo, la sencillez de los santos de Dios crezca en vuestras vidas; y al regresar a vuestros hogares, la energía renovadora del Espíritu os haga canales de la paz de Dios en nuestro agitado mundo», les desea en otro mensaje el arzobispo de Canterbury, el doctor Rowan Williams, primado de la Comunión Anglicana.
