Oriente Medio, en el corazón de la oración de Juan Pablo II en el mes de enero

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Pide para que los que actúan en la región se esfuercen por conseguir la paz

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CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 7 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II reza este mes de enero «por cuantos actúan en Oriente Medio, para que se esfuercen cada vez más por conseguir la paz».

Así lo anuncia la intención general del Apostolado de la Oración, que el Santo Padre asume como propia para ofrecer sus oraciones y sacrificios junto a miles de laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos del mundo entero.

La preocupación del Papa por la conflictiva situación en la tierra de Jesús se recogió nuevamente, pocos días atrás, en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz (Cf. Zenit, 16 diciembre 2004), cuyo tema es «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien» (Rm 12,21).

En el texto, Juan Pablo II recordó «la “gramática” de la ley moral universal», que «une a los hombres entre sí inspirando valores y principios comunes, si bien en la diversidad de culturas, y es inmutable: “subsiste bajo el flujo de las ideas y costumbres y sostiene su progreso […]. Incluso cuando se llega a renegar de sus principios, no se la puede destruir ni arrancar del corazón del hombre. Resurge siempre en la vida de individuos y sociedades”».

Añadía que «esta común gramática de la ley moral exige un compromiso constante y responsable para que se respete y promueva la vida de las personas y los pueblos» y que «a su luz no se puede dejar de reprobar con vigor los males de carácter social y político que afligen al mundo, sobre todo los provocados por los brotes de violencia».

Éste es el contexto en que aludió a «la peligrosa situación de Palestina».

En la «tierra de Jesús» –constató– «no se consigue asegurar, en la verdad y en la justicia, las vías de la mutua comprensión, truncadas a causa de un conflicto alimentado cada día de manera preocupante por atentados y venganzas».

«Para conseguir el bien de la paz –recordó– es preciso afirmar con lúcida convicción que la violencia es un mal inaceptable y que nunca soluciona los problemas», «la violencia es una mentira, porque va contra la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra humanidad» y «destruye lo que pretende defender: la dignidad, la vida, la libertad del ser humano».

Igualmente alertó de que «para promover la paz, venciendo al mal con el bien, hay que tener muy en cuenta el bien común y sus consecuencias sociales y políticas». «En efecto, cuando se promueve el bien común en todas sus dimensiones, se promueve la paz», puntualizó el Papa.

Las tímidas esperanzas de paz que están surgiendo en varios rincones del planeta se convirtieron en la intención que Juan Pablo II puso a los pies del Niño Jesús en su mensaje de esta Navidad, unas palabras que siguieron millones de personas gracias a su transmisión a más de 70 países (Cf. Zenit, 25 diciembre 2004).

«Niño de Belén, Profeta de paz, alienta las iniciativas de diálogo y de reconciliación, apoya los esfuerzos de paz que aunque tímidos, pero llenos de esperanza, se están haciendo actualmente por un presente y un futuro más sereno para tantos hermanos y hermanas nuestros en el mundo», imploró el pontífice en su mensaje.

En particular, mencionó los rincones del planeta en los que se derrama sangre y por los que él mismo se ha movilizado en los últimos meses o años.

«Y ¿cómo no mirar con ansia compartida, pero también con inquebrantable confianza, a la tierra de la que Tú eres Hijo?», preguntó en referencia a Israel y a los territorios de la Autoridad palestina.

«¡Por doquier se ve la necesidad de paz!», exclamó con voz algo quebrantada. «Tú, que eres el Príncipe de la verdadera paz, ayúdanos a comprender que la única vía para construirla es huir horrorizados del mal y buscar siempre y con valentía el bien».

Todos los meses, el Papa también ofrece sus oraciones por una intención misionera: en enero reza «para que en los países de misión surjan apóstoles santos y generosos, dispuestos a anunciar a todos el Evangelio de Cristo».

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ZENIT Staff

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