ROMA, viernes, 14 enero 2005 (ZENIT.org).- El cardenal Paul Poupard ha definido al filósofo francés Emmanuel Mounier como «un cristiano profundo y profundamente arraigado en la Iglesia» al participar en el Congreso internacional que se le ha dedicado en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.
El presidente del Consejo Pontificio de la Cultura aclaró que «ante una sociedad que se derrumba, es urgente encontrar lo espiritual contra el espiritualismo, la tradición contra el tradicionalismo, la fe contra el fideísmo, la moral contra el moralismo».
«En definitiva –subrayó el purpurado galo, el orden auténtico contra el desorden establecido».
En el congreso internacional «Persona y humanismo relacional, herencia y desafíos de Mounier», clausurado este viernes, participaron más de 550 personas de unos cien países.
Al concluir el Congreso, los congresistas han escrito una petición para pedir la introducción de la causa de beatificación de Emmanuel Mounier.
«Estamos convencidos de que un eventual reconocimiento de la heroicidad de las virtudes de Mounier por parte de la Iglesia, en los tiempos de Dios, será un estímulo particularmente precioso para el ejercicio de una santidad laical a la luz del mensaje de la encarnación y resurrección del Señor», afirman los participantes, en su mayoría filósofos.
Los congresistas han escrito también un mensaje dirigido a Juan Pablo II en el que reconocen que con este congreso «han recibido el don de profundizar en la personalidad multilateral de este filósofo y profeta de nuestro tiempo».
Emmanuel Mounier (1905-1950), profesor de filosofía, fundó en 1932 la revista «Esprit» con la que reunió a los intelectuales cristianos más brillantes de su época.
La filosofía de Mounier, se fundamenta totalmente en la grandeza y respeto de la persona humana, motivo por el cual se le dio el nombre de «personalismo». Para él, no puede haber conciencia cristiana sin compromiso en el «combate» de las ideas y desafíos que afectan a las personas y a la sociedad.
«Esprit» fue prohibida en Francia por el gobierno de Vichy (durante la ocupación nazi, en la segunda guerra mundial) y Mounier fue hecho prisionero. Tras la guerra, la revista reanudó su andadura y amplió su influencia. Mounier falleció prematuramente a los 45 años.