ROMA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- En un artículo publicado por el diario italiano «Il Giornale», el 23 de enero pasado, Andrea Tornielli revela el contenido de la agenda personal del arzobispo Angelo Roncalli, entre 1949-1953, quien entonces era nuncio apostólico en Francia y que después sería Papa con el nombre de Juan XXIII.
Estas agendas serán publicadas en Francia por el historiador Étienne Fouilloux, gracias al Instituto de Ciencias Religiosas de Bolonia.
El volumen, del que el artículo de «Il Giornale» es una anticipación en exclusiva, llegará a las librerías a finales de este año.
Según las agendas del entonces nuncio en París, y contrariamente a lo que afirmaba el diario «Il Corriere della Sera» el 28 de diciembre de 2004, no hubo ninguna polémica sobre la cuestión de los niños judíos bautizados en Francia.
Tampoco se refleja en los escritos personales del arzobispo la presunción de que la Santa Sede, el Santo Oficio o el Papa Pío XII se opusieran a la devolución de los niños judíos a sus parientes.
Zenit ha querido profundizar la cuestión entrevistando a Andrea Tornelli.
–Usted ha podido ver las agendas de Roncalli, de los años 1949-1953, cuando el futuro pontífice era todavía nuncio en París. ¿Cuáles son los pasajes referidos al asunto de los niños judíos bautizados?
–Tornielli: La única alusión es la anotación del 20 febrero de 1953. Rocalli, ya cardenal, va a despedirse del presidente francés Vincent Auriol, que habla del caso Finaly, relativo a dos niños judíos bautizados en medio de una disputa entre sus tías, que los reclamaban, y la familia católica que los había acogido.
He aquí el texto: «Tarde, visita de despedida al presidente Auriol, que estuvo amabilísimo como siempre. Me habló del asunto Finaly, al que no di ninguna importancia…». Como se ve, se trata de un episodio marginal. En el resto de las agendas, el nuncio Roncalli, que anota todo y habla de todo, nunca alude al caso de los dos niños bautizados, o a las instrucciones del Santo Oficio relativas a las peticiones de las organizaciones judías.
–¿Cuántos niños judíos han sido bautizados y cuántos no han sido devueltos a los familiares?
–Tornielli: No hay estadísticas precisas. Francia es el país europeo en el que se dieron más bautismos clandestinos, por otra parte tuvieron lugar contraviniendo las disposiciones del Derecho Canónico y de los obispos católicos franceses, pero el único caso al que se refieren las protestas es el de los hermanos Finaly.
–¿Cuál ha sido la reacción a este asunto en el mundo judío?
–Tornielli: Como siempre, ha habido diversas reacciones. Hay quien ha instrumentalizado el asunto, llegando a llamar a Pío XII «secuestrador» de niños. Hay quien, como el rabino estadounidense Jack Bemporad, invita a fijarse más bien en el enorme número de judíos que pudieron salvar la vida, gracias a la caridad del Papa.
–¿Cómo eran las relaciones entre el Papa Pío XII y el entonces nuncio Roncalli? ¿Es verdad que tenían intenciones y visiones del mundo opuestas?
–Tornielli: Ciertamente el pontificado de Juan XXIII fue distinto del Papa Eugenio Pacelli. Papas diversos por carácter y formación. Les tocó desempeñar su respectivo pontificado en épocas contiguas pero muy diferentes. El beato Juan XXIII fue el que desencadenó un giro histórico en la Iglesia católica, convocando el Concilio Vaticano II. También Pío XII había pensado en ello pero, tras la segunda guerra mundial, los obispos no se podían alejar por mucho tiempo de sus diócesis.
Dicho esto, sin embargo de estos documentos se deduce que el arzobispo Roncalli fue un fiel ejecutor e intérprete de las directivas del Papa Pío XII, y las notas de la agenda que nos hablan de las audiencias del nuncio de París con el pontífice reflejan esta sintonía.
–Algunos historiadores del Concilio Vaticano II hablan de Juan XXIII como un «papa socialista». Mientras que quien lo conoció en el Vaticano, lo describe como un pontífice bastante conservador. ¿Cuál es su opinión al respecto?
–Tornielli: En mi opinión hay que tener cuidado con los clichés, vengan de donde vengan. Es infundado y no histórico el «mito» de un Papa Juan «progresista», o incluso «revolucionario». Bastaría citar la insistencia con la que recomendaba estudiar latín a los seminaristas, la urticaria que le provocaban las innovaciones litúrgicas no autorizadas, las estocadas fuertes y claras que se leen en sus agendas contra la ideología comunista y el hecho de que, durante su pontificado, el protocolo de la corte pontificia no cambió ni una coma respecto al de su predecesor.
Sin embargo no hay que caer en el error opuesto, presentando a este gran Papa como un conservador empedernido. Era un hombre tradicional, capaz de demostrar un enorme coraje en los grandes momentos, de realizar gestos proféticos que han entrado en el corazón de millones de personas.
–Pero entonces, todo lo que escribió «Il Corriere della Sera» el 28 de diciembre de 2004, está muy lejos de la verdad histórica…
–Tornielli: La Iglesia, para la que el bautismo es el sacramento más importante, tenía el marco doctrinal del Derecho Canónico. Pero se comportó con gran humanidad y sentido común, incluso en los casos de niños judíos salvados y bautizados, y luego reclamados por los parientes. En un caso, el mismo Pío XII intervino, ordenando devolver inmediatamente los niños a su madre, aunque hubieran sido bautizados.