Según el Vaticano, Auschwitz sigue siendo una mancha vergonzosa para la humanidad

Al recordar en la ONU el sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración

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NUEVA YORK, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Para la Santa Sede el horror del nazismo, que llevó al intento de exterminar a todo un pueblo, como el judío, o de acabar con la vida de personas, como los gitanos o los homosexuales, sigue siendo «una mancha vergonzosa en la historia de la humanidad».

El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, trazó esta conclusión al intervenir ante la Asamblea General de las Naciones Unidas dedicada a la conmemoración del sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración del nazismo por las Fuerzas Aliadas.

«Hoy contemplamos las consecuencias de la intolerancia al recordar a todos aquellos que se convirtieron en objetivo de la ingeniería política y social de los nazis, elaborada a tremenda escala y utilizando una brutalidad deliberada y calculada», reconoció el prelado italiano.

«Aquellos que eran considerados como inútiles para la sociedad –los judíos, los pueblos eslavos, los gitanos, los discapacitados, los homosexuales, entre otros– fueron destinados al exterminio», denunció.

«Aquellos que se atrevieron a oponerse al régimen con sus palabras y con los hechos –políticos, líderes religiosos, ciudadanos privados–, pagaron con frecuencia su oposición con sus vidas», siguió diciendo.

«Se estudiaron las condiciones para hacer que los seres humanos perdieran su dignidad esencial y se les despojara de toda decencia y sentimiento humano», constató el representante de Juan Pablo II ante la ONU.

«Esos campos de muerte testimonian también un plan sin precedentes que buscaba la exterminación sistemática y deliberada de un todo un pueblo, el pueblo judío», la «Shoah», siguió recalcando.

Este Holocausto, afirmó, «acaecido en uno de los capítulos más oscuros del siglo XX, es único en su género y sigue siendo todavía una mancha vergonzosa en la historia de la humanidad ante la conciencia de todos».

«Durante su visita a Auschwitz en 1979, Juan Pablo II afirmó que deberíamos hacer que el llanto de las personas allí martirizadas sirviera para hacer un mundo mejor, sacando las conclusiones adecuadas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos», recordó.

«En un siglo caracterizado por catástrofes causadas por los hombres, los campos de muerte del nazismo son un recuerdo excepcional de «la inhumanidad del ser humano con sus semejantes» y de su capacidad para hacer el mal», reconoció.

«Sin embargo, debemos recordar que la humanidad es también capaz de grandes cosas, del sacrificio personal y del altruismo. Cuando las calamidades naturales o humanas golpean, como hemos visto en las semanas recientes, las personas ofrecen la mejor cara de la sociedad humana, con solidaridad y fraternidad, en ocasiones, a expensas de los propios intereses».

En este aniversario, recordó Migliore, «necesitamos pensar sobre todo en estas personas valientes de todos los ámbitos de la sociedad, muchos de los cuales han sido reconocidos como «Justos entre las Naciones»», el reconocimiento de Israel a aquellas personas que arriesgaron su vida para salvar a judíos.

«Ojalá muchos hombres y mujeres de buena voluntad aprovechen esta ocasión para decir «Nunca más» a crímenes como esos, sin importar cual sea su inspiración política, para que todas las naciones, así como esta organización, respeten verdaderamente la vida, la libertad y la dignidad de cada uno de los seres humanos», deseó al concluir.

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ZENIT Staff

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