BERLÍN, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Este jueves, 60º aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau, la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y el Icono de María se han hecho presentes en el antiguo campo de concentración de Ravensbrück, dentro de su peregrinación de reconciliación a través de las diócesis alemanas.
Situado a 80 kilómetros de Berlín, Ravensbrück fue el mayor campo de concentración nazi creado para mujeres. Fue construido en el invierno de 1938 a 1939 por presidiarios de Sachsenhausen en terrenos pantanosos. Planeado para 15 mil reclusos, más de 100 mil mujeres de una veintena de países llegaron a hacinarse en sus barracones.
La Cruz de los jóvenes está considerada como el símbolo de la JMJ, un regalo de Juan Pablo II a los jóvenes. Desde 1984 se lleva por todo el mundo como signo de reconciliación.
Antes de iniciar su peregrinación por todas las diócesis alemanas, en preparación espiritual a la XX JMJ del próximo agosto en Colonia –en la que el Papa se encontrará con cientos de miles de jóvenes de todo el mundo–, ha visitado 26 países europeos.
Su última etapa, antes de llegar a Ravensbrück, ha sido en el Bundestag alemán, donde hizo su entrada el lunes pasado, confirma «Korazym».
Es la primera vez que la Cruz de la JMJ es recibida en un parlamento.
Antes de la entrega –que tuvo lugar en la tarde del lunes ante la puerta Este del edificio del Reichstag, sede del parlamento–, la Cruz y el Icono de María fueron llevados en procesión hasta la puerta de Brandeburgo por voluntarios internacionales de la Oficina de la JMJ de Colonia, acompañados por numerosos estudiantes de la Universidad Humboldt.
Tras una breve oración, la procesión atravesó Berlín hasta llegar al edificio del Reichstag.
Junto al presidente del Bundestag, Wolfgang Thierse –miembro del Comité central de los católicos alemanes (Zdk)–, el obispo Franz-Josef Hermann Bode, de Osnabrück –presidente de la comisión para la juventud de la Conferencia Episcopal alemana— y el padre Georg Austen, secretario de la XX JMJ por parte del episcopado del país, acompañaron la entrega de la Cruz.
Ante el Reichstag estaban presentes unos 150 estudiantes alemanes y extranjeros, miembros del parlamento y colaboradores de la Oficina de la JMJ de Colonia.
Thierse afirmó que con esta etapa «decimos públicamente que apoyamos como parlamentarios el evento de la Jornada Mundial de la Juventud».
Durante la breve ceremonia de entrega, monseñor Bode afirmó que a primera vista, ante el Bundestag y la Cruz, se «encuentran dos mundos»; pero donde el «Estado aprovecha sus posibilidades positivas» y «la Cruz no es alejada», política y religión «se encuentran de forma fecunda».
Mientras que el padre Austen subrayó el aspecto de unidad que la Cruz de la JMJ siembra entre los jóvenes desde hace 20 años, afirmando que a través de su parada en el Bundestag se convierte en un «signo de comunión» en un lugar de acción política.
El presidente del Bundestag mostró su satisfacción el viernes pasado ante los micrófonos de «Kölner domradio» por el hecho de que el símbolo de la JMJ hiciera «etapa en el lugar central de la democracia».
Manifestó además que «la acción contagiosa de la Jornada Mundial de la Juventud puede probablemente demostrar que el cristianismo no es algo que se extingue» y que «no puede convertirse en una cuestión privada», sino que «la fe debe ser vivida en la vida concreta».
Tras una Misa presidida por el obispo Heinrich Mussinghoff, de Aquisgrán –presidente vicario de la Conferencia Episcopal alemana— en la Katholische Akademie de Berlín, la Cruz de la JMJ y el Icono de María se trasladaron este jueves al antiguo campo de concentración de Ravensbrück.