Obispo mexicano pide justicia para los emigrantes en los Estados Unidos

Ante las «cacerías» de grupos racistas

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CIUDAD JUÁREZ, miércoles, 13 abril 2005 (ZENIT.orgEl Observador).- Ante la reciente amenaza de emprender acciones en contra de inmigrantes mexicanos y centroamericanos por parte del grupo denominado «National Alliance» en el estado de Arizona, la Comisión Episcopal para la Movilidad Humana de la Conferencia del Episcopado Mexicano ha pedido que prevalezcan los caminos de la justicia y de la paz en la frontera entre ambos países.

La Iglesia católica condena toda forma de xenofobia, discriminación y nacionalismo exacerbado, tanto entre individuos como entre los pueblos, ha dicho el titular de la Comisión, el obispo de Ciudad Juárez (frontera con El Paso, Texas), monseñor Renato Ascencio León.

Por ello, dice en un comunicado difundido estos días, «no podemos justificar las acciones violentas que puedan originarse por quienes han convertido en misión de sus vidas la práctica constante de acciones discriminatorias, a través de argumentos vanos que están plenamente alejados de la comunión plena del amor de Dios en todos y cada uno de sus semejantes».

La «National Alliance» junto con otras organizaciones como «Minute Man», se encuentra realizando patrullajes extra legales a lo largo de la frontera entre Arizona y Chihuahua para «cazar» inmigrantes procedentes de México, a quienes consideran invasores y como una amenaza contra la estabilidad y el orden de la raza y los empleos de los blancos estadounidenses.

Recientemente, se ha hecho un llamado a veteranos de guerra e individuos armados –a partir de una amplia convocatoria nacional– para que se alisten en este ejército «civil» y preservar los «valores» de Estados Unidos. La respuesta fue acogida con entusiasmo y las peticiones de pertenecer a «Minute Man» desbordaron la capacidad de los organizadores de esta cacería humana.

La «National Alliance», con sede en Phoenix, Arizona, se ha autodefine como radicalmente racista. En su página de Internet se puede leer, por ejemplo: «Debemos tener escuelas blancas, las vecindades residenciales blancas y las áreas de construcción, los lugares de trabajo blancos, las granjas blancas y campo (…) Haremos lo que sea necesario para alcanzar este espacio vivo blanco y mantenerlo blanco».

El comunicado de la Comisión mexicana rechaza, con firmeza, estas expresiones de violencia tanto como la realización de acciones «que pretendan lesionar la aspiración legítima de los humanos a migrar» en busca de mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.

Los obispos de Estados Unidos y México emitieron, hace un par de años la Carta Pastoral «Juntos en el Camino de la Esperanza ya no Somos Extranjeros» en la que hacían un llamado a las autoridades gubernamentales de ambas naciones para que se busquen maneras de favorecer el espíritu de solidaridad, basados en la fe común en Jesucristo: «Es una fe que trasciende las fronteras y nos pide eliminar toda forma de discriminación y de violencia, para construir relaciones de justicia y de amor» (número 19).

Cada día, la frontera entre México y Estados Unidos se realizan cerca de un millón de cruces, convirtiendo a los tres mil kilómetros que unen a los dos países en el espacio fronterizo más utilizado del mundo. Cálculos no oficiales estiman en 400 mil personas las que intentan, cada año, penetrar a Estados Unidos desde México de manera ilegal.

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ZENIT Staff

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