CIUDAD DEL VATICANO, miércoles, 20 abril 2005 (ZENIT.org).- En el primer mensaje de su pontificado, el Papa Benedicto XVI ha confirmado la convocación del sínodo de obispos del mundo que tendrá lugar el próximo mes de octubre en Roma sobre la Eucaristía.
Se trata de una iniciativa que ya había tomado el Papa Juan Pablo II para culminar el año especial que ha dedicado a ese sacramento que hace realmente presente a Cristo, según la fe de la Iglesia.
El argumento que congregará a representantes de los episcopados de todos los continentes es «La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y la misión de la Iglesia».
Será la primera gran oportunidad en la que los representantes del episcopado del mundo se reúnan durante un mes en torno al nuevo Papa.
«Mi pontificado inicia de manera particularmente significativa mientras la Iglesia vive el año especial dedicado a la Eucaristía. ¿Cómo no percibir en esta coincidencia providencial un elemento que debe caracterizar el ministerio al que estoy llamado?», se pregunta el nuevo obispo de Roma en el mensaje que leyó al final de una misa celebrada este miércoles en la Capilla Sixtina.
«La Eucaristía, corazón de la vida cristiana y manantial de la misión evangelizadora de la Iglesia, no puede dejar de constituir el centro permanente y la fuente del servicio petrino que me ha sido confiado», reconoce.
«La Eucaristía hace presente constantemente a Cristo resucitado, que se sigue entregando por nosotros, llamándonos a participar en la mesa de su Cuerpo y su Sangre», subraya.
«De la comunión plena con Él, brota cada uno de los elementos de la vida de la Iglesia, en primer lugar la comunión entre todos los fieles, el compromiso de anuncio y testimonio del Evangelio, el ardor de la caridad por todos, especialmente por los pobres y los pequeños», indica.
El Papa Joseph Ratzinger sugiere que en este año se celebre «con relieve particular la solemnidad del Corpus Christi».
«Les pido a todos que intensifiquen en los próximos meses el amor y la devoción a Jesús Eucaristía y que expresen con valentía y claridad la fe en la esperanza real del Señor, sobre todo mediante la solemnidad y la dignidad de las celebraciones», afirma.
«Se lo pido de manera especial a los sacerdotes, en los que pienso en este momento con gran cariño», aclara.