«The Cardinal Kung Foundation» (www.cardinalkungfoundation.org) –con sede en Stamford (Connecticut, Estados Unidos), que se dedica a la promoción de la libertad religiosa de la Iglesia católica en China– ha confirmado a Zenit la puesta en libertad del prelado, si bien no es posible precisar la fecha exacta de la misma.
De la denuncia de esta última detención se hizo portavoz el 3 de abril «The Cardinal Kung Foundation», alertando del desconocimiento del paradero del prelado de más de 80 años.
Éste, antes de su arresto, había estado bajo presión por parte de la autoridad China para que rompiera sus vínculos con el Papa y se uniera a la «Iglesia católica oficial» –o «Asociación Patriótica», con la que el gobierno chino busca ejercer su control sobre la Iglesia y cuyo objetivo es crear una Iglesia independiente de la obediencia al Papa–.
En cualquier caso, el obispo rechazó hacerlo, explicó un comunicado de prensa de la Fundación creada por el cardenal Ignatius Kung Pinmei, fallecido en marzo de 2000, obispo de Shanghai que tuvo que exiliarse en los Estados Unidos.
Los fieles de la diócesis de Xiwanzi creen que la negativa del prelado a unirse a la «Iglesia oficial» pudo ser la razón de la detención.
La denuncia de «The Cardinal Kung Foundation» seguía a otra alerta suya del 30 de marzo, relativa a la detención del padre Zhao KeXun, de 75 años, sacerdote y administrador de la diócesis de Xuanhua –Hebei–.
Igualmente la fundación dio la voz de alarma sobre el padre Wang JinLing, de Zhangjiakou, también de más de 80 años, quien fue detenido el pasado 1 de abril, otra vez sin razón de arresto ni paradero conocido.
Y subrayó que la autoridad china estaba intensificando la vigilancia de los obispos «clandestinos» –la Iglesia clandestina en China, fiel al Papa, está formada por católicos que no aceptan el control ejercido por el gobierno comunista a través de la «Asociación Patriótica», institución que se atribuye el derecho de nombrar obispos o controlar otros muchos aspectos de la vida de la Iglesia–.
Es la situación del obispo Hao JingLi, de 89 años –de Xiwanzi–, y del obispo Jia ZhiGuo, de 71 años –de Zhengding–. Ambos, de Hebei, están bajo vigilancia las 24 horas del día por parte de la oficina china de seguridad. Nuevamente, se desconocen las causas de este control.
Precisamente, en plena agonía de Juan Pablo II, el último comunicado de la Santa Sede respecto a situaciones que traspasan las fronteras del Vaticano, denunciaba el 2 de abril la detención de dos obispos, un sacerdote y un laico en China continental.
Alguno de ellos forma parte de la lista de 18 obispos y 19 sacerdotes arrestados o sometidos a régimen de aislamiento que el mes pasado difundió la agencia «AsiaNews» y que fue entregada a la embajada de China en Estados Unidos por un representante de la Conferencia de Obispos Católicos de ese país.
Pekín rompió sus relaciones con la Santa Sede en 1951, expulsando al nuncio apostólico, el arzobispo Antonio Riberi. Para reanudar relaciones, China pone dos condiciones: que el Papa no interfiera en la situación religiosa del país (entre otras cosas, que no nombre a los obispos) y que renuncie a sus relaciones con Taiwán.
El presidente de «The Cardinal Kung Foundation», Joseph Kung, recuerda en la última nota de prensa que «aún hay numerosos obispos católicos, sacerdotes, religiosos y fieles en prisión porque no rompen sus vínculos con el Papa para unirse» a la Asociación Patriótica.