CASTEL GANDOLFO, domingo, 4 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pidió este domingo a toda la comunidad eclesial –y no sólo a los obispos– preparar el sínodo que se celebrará en este mes de octubre en Roma sobre la Eucaristía.
Al dirigirse a los peregrinos que llegaron a Castel Gandolfo para rezar con él la oración mariana del Ángelus, el Santo Padre recordó que con esa asamblea sinodal, la primera de su pontificado, se clausurará el Año de la Eucaristía, motivo por el que Juan Pablo II quiso que se dedicara al tema «La Eucaristía, fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia».
En estos momentos, explicó, los cerca de 250 obispos que participarán están examinando el «Documento de trabajo», que servirá de base para sus intervenciones en el aula.
«Pido, sin embargo, que toda la comunidad eclesial se sienta involucrada en esta fase de preparación inmediata y que participe con la oración y la reflexión, aprovechando toda ocasión, evento y encuentro», afirmó.
El sínodo se celebrará del 2 al 23 de octubre. Al presentar el «Documento de trabajo», el 7 de julio, el arzobispo Nikola Eterovic, secretario general del Sínodo de los Obispos, reveló que el Papa ha aportado algunas modificaciones para que esta asamblea sea más participativa (todos los días habrá intervenciones libes) y ecuménica (se ha duplicado el número de representantes de otras iglesias, que de seis pasarán a ser doce).
Como ejemplo de las iniciativas que pueden organizarse para involucrar a las comunidades a preparar el sínodo, citó en concreto las «múchísimas referencias» al «misterio de la Eucaristía» que se dieron en las Jornadas Mundiales de la Juventud de Colonia.
«Pienso, por ejemplo, en la sugerente vigilia del sábado por la noche, el 20 de agosto, en Marienfeld, que tuvo su momento culminante en la adoración eucarística: una opción valiente, que hizo converger las miradas y los corazones de los jóvenes en Jesús, presente en el santísimo sacramento», explicó.
«Recuerdo, además –añadió–, que durante esas memorables jornadas, en algunas iglesias de Colonia, de Bonn y de Dusseldorf hubo adoración continua, de día y de noche, con la participación de muchos jóvenes, que de este modo pudieron descubrir juntos la belleza de la oración contemplativa».
El sueño del obispo de Roma es que, «gracias al compromiso de pastores y fieles, en toda comunidad sea cada vez más asidua y fervorosa la participación a la Eucaristía».
Por este motivo, exhortó «a santificar con alegría el «día del Señor», el domingo, día sagrado para los cristianos» y de «encuentro con el Señor resucitado».