ROMA, domingo, 11 septiembre 2005 (ZENIT.org–El Observador).- Al recordar a los obispos mexicanos que realizan la visita «ad limina apostolorum» que «la Iglesia en México tiene como roca a Cristo Rey y a los santos mártires como su gloria y esperanza», el cardenal Bernard Francis Law subrayó que la misión de los obispos es, principalmente, ser santos.
Durante la homilía de la misa celebrada la tarde de este sábado en la Basílica de Santa María la Mayor, de la cual es arcipreste, el cardenal Law dedicó un largo espacio a reflexionar sobre el tema de la santidad de los obispos y los sacerdotes, en tiempos en los que el laicismo pretende imponer su fuerza en todos los ámbitos de la sociedad.
«El ser obispo –dijo el arzobispo emérito de Boston– es una gracia; es un don de Dios, y en estos días de la visita ad limina, con sus preocupaciones por sus sacerdotes, seminaristas, religiosas y religiosos, así como por las familias que componen sus respectivas diócesis, este don debe actualizarse».
«En la vida de todos nosotros, particularmente en las palabras de San Pablo a Timoteo tienen que tener eco: nuestras vidas tienen que proclamar al Rey eterno, inmortal, invisible, único Dios, como el Dios de la gloria», subrayó el cardenal Law ante los obispos de las regiones de Morelia, Monterrey y San Luis Potosí.
«La casa que es la Iglesia en México tiene como su roca de principio a Cristo Rey del Universo», señaló el purpurado que nació en Torreón (México) hace 73 años.
Refiriéndose a los mártires mexicanos, trece de los cuales serán beatificados el próximo 20 de noviembre en Guadalajara, les llamó «gloria y esperanza de la Iglesia mexicana».
«Su responsabilidad –dijo el cardenal Law a los obispos mexicanos– es grande, no solamente para México sino para todo el mundo, porque todos sabemos la historia gloriosa de la Iglesia de México».
«El ejemplo de esa historia es una luz en la oscuridad de la cultura moderna; es una luz de esperanza para toda la Iglesia, que debe ser renovada por la incesante conversión de cada uno de nosotros».
Más adelante, subrayó que «los obispos mismos son, también, la roca de la esperanza en México, sobre todo en su santidad y en su unidad con el sucesor de Pedro».
Al finalizar su homilía, que fue escuchada por el próximo embajador de México ante la Santa Sede, Luis Felipe Bravo Mena, el cardenal Law llamó a todos a ser «uno con María, con la Madre de Dios; uno con la Eucaristía, uno con la Iglesia extendida por toda la Tierra; uno con el Papa».