BRAZZAVILLE, jueves, 15 septiembre 2005 (ZENIT.org).- «Fue por amor que decidió detenerse y socorrer a la pequeña y fue por amor que dio su vida»: así sintetizó el nuncio apostólico en la República del Congo, el arzobispo Andrés Carrascosa Coso, la muerte del sacerdote de la Orden de los Frailes Menores –franciscanos– (OFM) Angelo Redaelli, linchado por una multitud el lunes.
Italiano de 40 años –llevada dos en la parroquia de Makua (diócesis de Owando) y en un centro para niños de la calle en la capital–, murió a golpe de machete por los parientes de una niña de tres años a la que atropelló accidentalmente en la zona de Obuye –a unos 800 kilómetros al norte de Brazzaville–, sin que pudieran hacer nada por salvarle los cinco religiosos congoleños y las tres clarisas que viajaban en el «todoterreno» que fray Angelo conducía.
Según relató el vicario general de los Frailes Menores –el padre Francesco Bravi– a «Avvenire», el sacerdote asesinado «vio un automóvil detenido al borde de la carretera, tal vez por un accidente, y disminuyó la velocidad». Mientras lo rebasaba «apareció de repente la niña».
El religioso no pudo evitar atropellarla. Se detuvo inmediatamente y bajó junto a sus compañeros de viaje para intentar socorrerla, pero no se podía hacer nada. Llegaron los parientes y otras personas del lugar que la emprendieron contra el franciscano. Los compañeros de fray Angelo no tuvieron otra opción que ponerse a salvo en la selva.
«El padre Angelo estaba desde hace dos años en misión en el Congo e inmediatamente se introdujo bien en la comunidad local. Su desaparición es debida a una trágica circunstancia y no es en absoluto un acto hostil contra los misioneros», recalcó el padre Ernesto Brezza, de la Provincia de los Frailes Menores de Lombardía, a la agencia «Fides» del dicasterio misionero.
«Hay que recordar que las agresiones en circunstancias similares son muy frecuentes en los países del África Sub-sahariana, hasta el punto de que la propia policía sugiere en estos casos correr a la comisaría más cercana para evitar inútiles derramamientos de sangre. El motivo reside en la desconfianza ante la justicia local, pero todo ello también es sintomático de una violencia reprimida, difundida entre la población pobre», analizó en «Radio Vaticano» el sacerdote comboniano y periodista Giulio Albanese.
Sobre el accidente, relató el padre Bravi a la emisora pontificia: «De la reconstrucción que hemos recibido de los frailes congoleses que estaban con [fray Angelo] parece que ellos mismos le invitaron a huir en ese momento para acudir a la policía, temiendo lo que después ocurrió desgraciadamente. Fray Angelo decidió en cambio detenerse, porque creo que en ese momento la conciencia, su dimensión de hermano y de misionero, no pudo permitirle otra cosa».
Miles de personas –entre ellas muchos habitantes locales, religiosos y religiosas, movimientos parroquiales y confraternidades– abarrotaron la catedral de Brazzaville el miércoles para participar en los funerales por fray Angelo. Presidió la Misa el representante papal junto a algunos obispos de la Conferencia Episcopal, confirmó la agencia misionera «Misna». Al inicio de la liturgia se leyó un mensaje del Vaticano.
Estuvieron presentes asimismo dos ministros del país africano: el de Seguridad, Paul Bot, y el de Interior, François Ibovi, junto al director general de la policía, Jean-François Ndengue, y un dirigente del ministerio de Asuntos Exteriores, Daniel Ouassa. Los ministros habían acudido al lugar del incidente, Obeya, y recuperaron el cuerpo del sacerdote. La movilización de las autoridades locales tuvo lugar tras la intervención de la nunciatura apostólica y de la embajada italiana.
Fray Angelo «era un religioso de gran sencillez que vivía con gozo su vocación franciscana de servir a la “Señora Pobreza”, como la llamaba San Francisco –dijo el nuncio del Congo en su homilía–. Era muy sensible, no soportaba la violencia y estaba preocupado por ayudar al pueblo congolés a salir de la ignorancia».
«Estoy seguro –añadió monseñor Carrascosa— de que en el momento de su muerte fray Angelo repitió al Padre Eterno la palabras de Nuestro Señor en la cruz: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”».
«La justicia debe hacer su camino y la ley su acción educadora, pero, a fin de cuentas, hay necesidad de una educación y de formación en los valores humanos y espirituales que brotan directamente del Evangelio», constató en la catedral de Brazzaville.
La obra de los misioneros franciscanos italianos de «Nuestra Señora de África» iniciada en 1991 «ha dado muchos frutos, tanto con sus actividades de evangelización como con los servicios creados a beneficio de la sociedad congolesa», elogió el nuncio en la capital.
El féretro del misionero –perteneciente a la Provincia lombarda de San Carlos Borromeo– debería llegar en la tarde de este jueves a Italia. Sus restos serán trasladados a Turate (Como) donde recibirán sepultura el viernes; previamente presidirá el funeral el obispo de Owando, monseñor Ernest Kombo.