Con Benedicto XVI, los católicos mexicanos están comprometidos en buscar el bien del país

Intervención del obispo de Querétaro, tras la visita «ad limina»

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QUERÉTARO, martes, 20 septiembre 2005 (ZENIT.orgEl Observador).- A la llegada a sus respectivas diócesis del segundo grupos de obispos mexicanos que están realizando la visita «ad limina apostolorum» al Papa Benedicto XVI, muchos de ellos han empezado a escribir reflexiones sobre el nuevo pontífice y su relación con el país azteca.

Era conocido el cariño que tuvo Juan Pablo II por las tierras mexicanas, país al que visitó cinco veces en su largo peregrinar apostólico. En una de esas ocasiones, en el Estadio Azteca (1999), el Papa Farol Wojtyla declaró a una multitud enardecida que «el Papa es mexicano».

Las predicciones de una diferencia en trato y conocimiento de la Iglesia católica que concentra al segundo mayor número de fieles del mundo, la de México, por parte del nuevo Papa se ha venido abajo, tras declaraciones puntuales de los obispos que lo están visitando este mes de septiembre.

«El Papa está muy bien informado sobre la situación de México», dijo a ZenitEl Observador el obispo de la diócesis de Querétaro, monseñor Mario De Gasperín Gasperín, quien realizó la visita personal al Papa el pasado viernes 16 de septiembre, junto con obispos de las regiones pastorales de Monterrey, Michoacán y San Luis Potosí.

«Su mensaje –agregó De Gasperín Gasperín– debe ser recibido, por eso, con aprecio y gratitud y tomado en cuenta por todos».

En el transcurso de la visita de los obispos mexicanos, la prensa del país ha tenido reacciones encontradas y varios editorialistas han acusado al Papa de «intromisión» en los asuntos internos del país, sobre todo cuando habla de «pecados sociales», corrupción, pobreza y subdesarrollo.

Sobre este particular, el obispo de Querétaro señala que «no deja de sorprender cómo a ciertos personajes les extraña lo que dice el Papa, cuando deberíamos agradecerle su preocupación por nuestros problemas: violencia, narcotráfico, migrantes, sed desmedida de poder, corrupción, pobreza, etcétera, y sabias recomendaciones para superarlos y salir del atolladero en que nos encontramos».

Tras recalcar que es «extraño» que esto suceda en México, monseñor De Gasperín Gasperín afirmó que »a los hijos de la Iglesia nos extrañaría si no lo hiciera».

Al finalizar su reflexión, que es publicada esta semana en las páginas del periódico «El Observador», el prelado dijo que «con el Pastor de la Iglesia universal, los católicos de México estamos comprometidos en buscar el bien del país».

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ZENIT Staff

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