CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 22 septiembre 2005 (ZENIT.org).- Entre los 26.000 peregrinos que este miércoles participaron en la audiencia general concedida por Benedicto XVI se encontraba monseñor Zef Simoni, de 77 años, antiguo obispo auxiliar de Shkoder, quien sufrió la persecución del régimen comunista en Albania.
El prelado llegó a la plaza de San Pedro del Vaticano acompañado de su hermano sacerdote y de su hermana y desde un primer momento aclaró que venía a «ver a Pedro», «la Roca».
Albania, en 1944, con la llegada del comunismo, tenía unos doscientos sacerdotes. Más de 70 fueron encarcelados. Ocho perdieron la vida bajo la tortura y otros dos como consecuencia de los suplicios. Cuatro fueron asesinados sin proceso y 19 murieron en campos de concentración.
Monseñor Simoni, que también es escritor, es uno de los pocos supervivientes en vida: «Me encerraron durante doce años en el campo de Spac, una prisión que podría compararse al campo nazi de Mauthausen. Se encontraba cerca de una zona minera, en la que los detenidos eran sometidos a un trabajo incesante y peligroso. De hecho, muchos murieron».
Como en la prisión no podía escribir, Simoni solía memorizar largos pasajes de sus obras que recitaba después a los demás detenidos.
En la memoria del obispo albanés han quedado impresas las torturas: «Los prisioneros eran sometidos a descargas eléctricas, tenían que caminar descalzos sobre placas metálicas incandescentes…».
«Les llenaban la boca de sal o les obligaban a tragar medicamentos dañinos para el sistema nervioso. Recuerdo que el sacerdote jesuita Gjon Karma fue enterrado vivo en un ataúd. El franciscano Frano Kiri estuvo atado a un cadáver durante varios días hasta que comenzaron a salir los líquidos del muerto. Otros fueron ahorcados, decapitados o ahogados en lodazales».
«Con la ayuda de Dios sólo tratamos de ser fieles a Cristo, a la Iglesia y a nuestra misión sacerdotal», explica con sencillez.
«Mi germana Cecilia –que estaba a su lado, explica– nos ayudó cuando estábamos en la prisión –los dos hermanos sacerdotes fueron encarcelados–: supo vivir heroicamente su fe también en aquellos años oscuros».
«Hoy presentamos al Papa, en el corazón, a tantos hermanos que fueron masacrados, a tantas religiosas a tantos laicos que fueron perseguidos y que no renegaron de la Cruz».
Monseñor Simoni fue ordenado obispo por Juan Pablo II el 25 de abril de 1993, con motivo de su peregrinación a Albania tras la recuperación de la libertad religiosa, que tuvo lugar el 4 de noviembre de 1990.