COLLEVALENZA, jueves, 22 septiembre 2005 (ZENIT.org).- En contra de lo que se difunde en medios de comunicación, el papel del exorcista no se reduce a expulsar demonios, sino que su tarea es la de anunciar el Evangelio, según se ha subrayado recientemente en el marco del congreso organizado por la Asociación de los exorcistas italianos.
«El exorcista en la nueva evangelización» ha sido el tema de este encuentro –celebrado en Collevallenza (provincia italiana de Perugia)— en el que han participado 180 exorcistas.
El propio Benedicto XVI, al final de la audiencia del miércoles 14 de septiembre, dirigió unas palabras «a los participantes en el congreso nacional de los exorcistas italianos» y les alentó «a continuar en su importante ministerio al servicio de la Iglesia, apoyados por la atención velante de sus obispos y por la incesante oración de la comunidad cristiana».
«Sobre el papel del exorcista existe hoy mucha desinformación; los medios de comunicación lamentablemente muestran esta figura como algo diferente de lo que realmente es», explicó el padre Giancarlo Gramolazzo –presidente de la Asociación internacional de los exorcistas— en declaraciones recogidas por «Avvenire».
El exorcista «con su apostolado lleva a la fe personas poseídas, vejadas u obsesionadas por el demonio, pero fundamentalmente el exorcista es un catequista que hace un camino de fe junto a una persona involucrando en ello también a la familia –aclaró–. Lo enseña igualmente el Evangelio [Mc 9, 14-29, ndr], cuando leemos por ejemplo el caso del niño poseído a quien Jesús cura ayudando al padre a tener fe».
Asimismo el padre Gramolazzo advirtió que «actualmente muchos viven una fe supersticiosa o de superstición» y «muchos tienden a no hacerse responsables, no saben afrontar el sufrimiento y atribuyen todo trastorno físico o espiritual a la acción del demonio», pero «frecuentemente el remedio es una verdadera y sincera confesión».
«Cuando en cambio se percibe aversión a lo sagrado, enfermedades desconocidas o incluso síntomas difíciles de identificar, es posible que sea necesario el exorcismo –puntualizó–. La presencia demoníaca de cualquier forma hay que diagnosticarla en cada caso».
«En cambio debería haber más dedicación a la ascesis, a la oración, a la penitencia –sugirió–. La mentalidad popular ha exagerado los poderes de Satanás, que son los de un ángel común».
De acuerdo con el padre Gramolazzo, «en la vida diaria para defenderse del mal basta con ser coherentes con el Evangelio, no tener miedo de testimoniar la propia fe y cuidar la propia relación con Dios».
«A veces –reconoció— es Dios mismo quien permite que algunos sean vejados u obsesionados; piénsese en algunos santos. Pero en estos casos nos hallamos ante planes divinos para nosotros impenetrables».
En el marco del congreso, el presidente de la Asociación internacional de los exorcistas –de la cual los exorcistas italianos constituyen la mayor parte de sus miembros— recordó también que el protagonista del exorcismo no es el demonio, sino Dios, que obra a través de sus ministros.
Momentos de formación y debate se han reservado en este VIII encuentro de los exorcistas italianos, que también han dedicado amplio espacio a las celebraciones eucarísticas, a la oración y a la adoración.
Entre las intervenciones, el obispo de San Severo, monseñor Michele Seccia, habló de la Eucaristía en la vida de los exorcistas y de los exorcizandos.
Por su parte monseñor Raffaello Martinelli, jefe de la oficina de la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe, presentó el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica como instrumento de evangelización y catequesis para el exorcista subrayando que el sacerdote que por mandato del obispo realiza exorcismos, debe ante todo anunciar a Cristo.
La figura de María en la lucha contra el maligno fue el tema sobre el que intervino el padre Salvatore Perrella, mientras que el padre Giovanni D’Ercole afrontó la cuestión de «Los santos y los demonios».
Igualmente hubo tiempo para discutir casos presentados por los participantes, cuyo encuentro ha buscado ser un nuevo estímulo a los exorcistas para permanecer más enraizados a cuanto enseña la Teología, mantener la fidelidad al Magisterio y obediencia a los obispos.
Se prevé para el año próximo un encuentro de exorcistas de todo el mundo.