La misiva pontificia fue leída este jueves en la Basílica de Santa María la Mayor, en Roma, con motivo de la misa de celebración de sus bodas de oro sacerdotales.
Antes de la homilía de la celebración eucarística se leyó la carta en la que el Santo Padre felicita al prelado por su jubileo sacerdotal y revive los momentos más significativos de su trayectoria humana y sacerdotal.
«Siendo joven», rememora el obispo de Roma, «al sentir la suave voz de Dios que te llamaba, prontamente la seguiste, entrando a formar parte del Opus Dei».
«Tras recibir la necesaria formación te fue conferida la ordenación sacerdotal el día 7 de agosto de 1955. Obtuviste el doctorado en Derecho civil y en Derecho canónico. Desarrollaste diferentes ministerios pastorales y académicos. Durante 22 años fuiste secretario de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, y ahora gobiernas fielmente, con el mismo espíritu, su providencial Obra», escribe el sucesor de Pedro.
Asistieron a la celebración el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano; el cardenal Camillo Ruini, vicario general de la diócesis de Roma; y otros catorce cardenales, así como numerosos obispos y otras personalidades eclesiales, y entre ellos el profesor Andrea Riccardi (fundador de la Comunidad de San Egidio), el Padre Álvaro Corcuera (Director General de los Legionarios de Cristo), monseñor Massimo Camisasca (Superior General de la Fraternidad de San Carlo, de Comunión y Liberación).
También participaron en la misa autoridades civiles italianas. Entre otros, el presidente del Congreso de los Diputados, Pierferdinando Casini; el alcalde de Roma, Walter Veltroni y el ministro del gobierno italiano Gianni Alemanno.
La homilía del prelado giró en torno a unas palabras que solía dirigir a Dios su predecesor como prelado del Opus Dei, monseñor Álvaro del Portillo: «Gracias, perdóname, ayúdame más».
En ese contexto, monseñor Echevarría recordó los sentimientos de san Josemaría Escrivá de Balaguer, en marzo de 1975, tres meses antes de su fallecimiento, cuando celebró sus bodas de oro sacerdotales.
«A la vuelta de cincuenta años», decía en aquella ocasión el fundador del Opus Dei, «estoy como un niño que balbucea. Estoy comenzando, recomenzando, en cada jornada».
Tras repetir esa frase del fundador, el prelado ha dicho: «Si queréis uniros hoy especialmente a mí en la oración, os suplico que pidáis al Señor que estas palabras de un sacerdote santo arraiguen profundamente en mi corazón, de modo que las haga mías con total sinceridad».