WASHINGTON, jueves, 2 marzo 2006 (ZENIT.org-El Observador).- En un encuentro sin precedentes celebrado este miércoles, en Washington, líderes de diferentes conformaciones religiosas, encabezados por el cardenal Theodore E. McCarrick, arzobispo de Washington, pidieron al gobierno de Estados Unidos una reforma migratoria integral que respete los derechos humanos s de los trabajadores y, al mismo tiempo, defienda la seguridad en las fronteras de este país, sobre todo la frontera con México.
El acuerdo por el que ha venido trabajando la Iglesia católica estadounidense para lograr una reforma migratoria que resguarde la seguridad nacional y contenga la salvaguarda de los valores de compasión, acogida y oportunidades de desarrollo «sobre los cuales se ha construido la nación americana», según expresó el cardenal McCarrick, fue avalado por las iglesias y confesiones cristianas que atienden a los hispanos, alguna asociaciones judías y por la federación de Iglesias de Cristo.
Durante su alocución, el cardenal y arzobispo de Washington reconoció que la inmigración «no es un tema sencillo; propicia fuertes reacciones en los sistemas económico, social y de seguridad nacional»; sin embargo, dijo el cardenal McCarrick, «la inmigración es un asunto de humanitarismo que impacta, de manera directa, en la dignidad y en la vida de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios».
«Es, justamente, por el impacto que tiene sobre la dignidad de la persona humana y en la vida humana, por lo que nosotros estamos ciertos que, aquí y ahora, la inmigración es un asunto de orden moral», agregó el cardenal McCarrick, principal orador y convocante del encuentro interreligioso cuyo objetivo fue presionar al Senado de Estados Unidos a que, en su sesión de hoy, adopte estos principios humanitarios en su debate sobre la seguridad y el control de la inmigración.
«Nosotros en la Iglesia católica, dijo el cardenal McCarrick, vemos diariamente las consecuencias humanas de un sistema migratorio tan débil como el nuestro; vemos a las familias separadas, la explotación a la que son sometidos los trabajadores, los abusos a los que son sometidos los migrantes por grupos de hostigamiento, y, algunas ocasiones, vemos cómo mueren en el desierto. Cambiar esta situación migratoria es un asunto grave de moralidad que debemos enfrentar», aseveró el arzobispo de Washington.
Finalizó diciendo que «Estados Unidos debe crear un sistema migratorio que responda a lo humano sin descartar el servicio a la economía y la necesidad de mantener nuestra seguridad nacional».
Cabe destacar que este año murieron al menos 450 inmigrantes de origen mexicano tratando de llegar a un lugar de trabajo en Estados Unidos.
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Mar 02, 2006 00:00