Franciscanos y ortodoxos rusos retoman un diálogo que les es común: el de la espiritualidad

Entrevista con el ministro general de la Orden de Hermanos Menores, Fray José Rodríguez Carballo

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MOSCÚ, domingo, 26 marzo 2006 (ZENIT.org).- El diálogo ecuménico más que a los papeles «debe llegar al corazón». Así lo ha expresado el ministro general de la Orden de Frailes Menores, Fray José Rodríguez Carballo, quien el pasado viernes 24 de marzo concluyó una visita de tres días por la capital rusa para potenciar el diálogo de espiritualidad entre ortodoxos y franciscanos.

Acompañado por una pequeña delegación, el superior franciscano se reunió con el patriarca ortodoxo, Alejo II y con el jefe del departamento de Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, metropolita Kirill, donde el tema principal fue retomar e impulsar el diálogo de espiritualidad.

«Este diálogo entre la orden franciscana y los monjes ortodoxos rusos inició en el año de 1973» y aunque «ha habido un alto, es ahora con mi visita que quiero relanzarlo de nuevo y potenciarlo más todavía», afirma Fray José Rodríguez.

«Concretamente un tema que siempre tratamos en estos encuentros es la regla que profesan los monjes ortodoxos y nuestra regla, lo cual ha sido muy enriquecedor. Es por ello que queremos seguir impulsando y trabajando esta dirección de diálogo».

Entre las acciones que se acordaron, está el «mantener contacto a través de personas concretas para programar actividades de colaboración y de intercambio entre las delegaciones», agregó el ministro general.

En declaraciones concedidas a Zenit en el Monasterio de San Daniel, centro espiritual y administrativo del Patriarcado de Moscú, Fray José Rodríguez Carballo, comentó que en la historia de este diálogo «los ortodoxos han mandado una delegación a Italia para visitar los lugares franciscanos» y ellos a su vez «han mandado dos delegaciones a Moscú para visitar lugares significativos de la Iglesia ortodoxa y entablar un diálogo de espiritualidades».

A su parecer, la espiritualidad de los franciscanos y ortodoxos se encuentra muy cerca una de la otra, sobre todo en el ejemplo de los santos como san Francisco y san Sergio.

«Ambos aantos tienen muchos puntos en común: el amor por la naturaleza, el amor por los animales y desde ahí el salto de la creación al Creador, la creación como signo y sacramento del Creador, lo cual es un aspecto muy importante», expresó.

«También tenemos en común la dimensión contemplativa que caracteriza nuestra vida franciscana y que es propia de la espiritualidad monástica ortodoxa, así como la vida comunitaria que, ciertamente con distintos acentos, a veces muy distintos diría, pero que mantiene muchas cosas en común».

«Es curioso como, por ejemplo, lo que más impresionó a las monjas ortodoxas que visitaron Italia fue el contacto con nuestras hermanas clarisas. Para ellas era un mundo totalmente desconocido. Vieron que nuestras hermanas clarisas oran como ellas y que viven una vida de intensa comunión con el Señor. Esto nos ha acercado mucho».

En cuanto a la misión de la orden franciscana en Rusia, el ministro general franciscano expresó que su labor fundamental era atender las comunidades católicas.

«Nosotros tenemos una forma muy concreta de ir al encuentro del otro –afirma Fray José Rodríguez–. San Francisco en el 1221 escribió en una de sus reglas sobre el modo de estar con los que no profesan nuestra misma fe. Nos habló de ir «entre» en una época en la que se hablaba de ir «contra»».

Así mismo «san Francisco nos dice que nos comportemos como cristianos, que manifestemos siempre nuestra propia fe y nuestra adhesión a Jesucristo y a la Iglesia y, cuando pareciera oportuno al Señor, predicar también. Por lo tanto, nuestro apostolado fundamental es el de la presencia. Es el de estar al servicio de toda “humana criatura” como diría San Francisco y esto es lo que queremos hacer».

«Aquí en Rusia –continúa– además de atender las parroquias que nos confía la Iglesia católica, como es normal, hemos expresado en todo momento nuestra plena comunión con la jerarquía católica del país. Tenemos actividades comunes, mesas para pobres, donde también participan ortodoxos y algunas escuelas».

Al cuestionársele sobre si las labores de la orden franciscana en Rusia podrían ser vistas como actos de proselitismo, uno de los puntos más delicados en la relación entre católicos y ortodoxos, el superior contestó que el asunto había sido tocado en los diálogos tanto con el patriarca como con el metropolita.

«Creo que en este momento, dado que hay una comisión mixta para analizar caso por caso, se podrán evitar acusaciones globales y solucionar situaciones concretas que se pueden dar sin mala voluntad y, sencillamente, por desconocimiento a veces».

«Como he dicho, he venido a potenciar el diálogo entre la espiritualidad ortodoxa y la espiritualidad franciscana. No tengo otro papel, nadie me ha dado otro papel, sino potenciar esa relación fraterna entre las dos comunidades», expresó Fray José Rodríguez.

De igual forma, el ministro general de los franciscanos se reunió con el obispo de la arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú, monseñor Tadeus Kondrusiewicz, y con el nuncio apostólico, el arzobispo Antonio Mennini, representante de la Santa sede ante la Federación Rusa.

«Mi viaje aquí es conocido por las autoridades del Vaticano concretamente por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. El cardenal Walter Kasper está al corriente de todo. Por ello he querido que mi primera visita fuera al obispo diocesano y al nuncio para manifestar mi plena comunión con las directrices de la Iglesia, las directrices del Papa Benedicto XVI y por supuesto con el Vaticano II sobre el diálogo ecuménico».

Para el ministro general es este su primer viaje a Rusia, de la cual se lleva una impresión muy grata:

«Me parece que es un pueblo que ha sufrido mucho por mantener su identidad religiosa y esto me merece todo respeto. Me voy muy contento viendo que la Iglesia resurge de sus cenizas pues me lleva a pensar que las dificultades pueden oscurecer la presencia cristiana en un determinado momento, pero antes o después la luz brillará de nuevo y, como dice Jesús en el evangelio, «la verdad os hará libres». Ninguna potencia del mal podrá impedir que la fe y la dimensión religiosa del hombre pueda desaparecer».

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ZENIT Staff

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