CIUDAD DEL VATICANO, sábado, 1 abril 2006 (ZENIT.org).- Publicamos la presentación del obispo Brian farell, L.C., secretario del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, de una encuesta realizada por ese organismo vaticano sobre el ecumenismo hoy.
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Introducción En el mes de noviembre de 2004, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos organizó un encuentro internacional cerca de Roma para conmemorar el 40° aniversario de la promulgación del decreto «Unitatis redintegratio» del concilio Vaticano II sobre el ecumenismo, realizada el 21 de noviembre de 1964. Entre las más de doscientas cincuenta personas que participaron en el encuentro se hallaban los presidentes -o los secretarios- de las comisiones ecuménicas de la mayor parte de las Conferencias episcopales y de los Sínodos de las Iglesias orientales católicas, los moderadores de los diálogos teológicos bilaterales con las principales comuniones cristianas, y los miembros y consultores del dicasterio.
Asimismo, asistieron al encuentro más de treinta delegados fraternos de otras Iglesias y comunidades eclesiales, del Consejo mundial de Iglesias de Ginebra y de la Conferencia de Iglesias europeas, así como huéspedes de la Curia romana, de las universidades pontificias y de las facultades de teología. La reunión tenía como finalidad celebrar el 40° aniversario del compromiso ecuménico de la Iglesia, pero también reflexionar sobre el significado permanente del decreto «Unitatis redintegratio», analizar el camino recorrido desde el Concilio en adelante, y formular propuestas para la actividad futura.
En la preparación de ese importante encuentro, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos había enviado a las Conferencias episcopales y a los Sínodos de las Iglesias orientales católicas un cuestionario con el fin de elaborar un informe sobre la situación actual del ecumenismo en la Iglesia católica y en el ámbito local. Con esa iniciativa, el Consejo pontificio quería comprobar el grado de aplicación práctica tanto del decreto «Unitatis redintegratio» cuarenta años después de su promulgación, como del Directorio ecuménico diez años después de su publicación. De los 163 cuestionarios enviados, el Consejo pontificio recibió 83 rellenados. Por continentes y regiones, las respuestas llegadas fueron: 20 de África (44% de los organismos episcopales y sinodales presentes en el continente); 17 de América Latina y el Caribe (71%); 1 de América del norte (50%); 12 de Asia (60%); 24 de Europa (60%); 7 de Oriente Medio (46%); y 2 de Oceanía (40%).
El Consejo pontificio es plenamente consciente de que la encuesta tiene limitaciones; el cuestionario no estaba formulado de forma científica; las respuestas fueron menos numerosas de lo que se esperaba y correspondían a situaciones cuantitativamente muy diversas entre sí, lo cual no ha permitido una comparación fiable de los datos y las estadísticas. Por poner un ejemplo, Brasil no se puede comparar con Gibraltar, o Alemania con Kazajstán. A pesar de ello, creemos que se puede disponer de una base sólida para trazar un cuadro del estado actual del compromiso ecuménico. Ofrecemos a continuación una breve síntesis de los resultados de la encuesta.
Los datos recogidos se han clasificado según cuatro temas:
--el progreso de la conciencia ecuménica en el ámbito de la Iglesia católica;
--la organización del ecumenismo;
--la acción ecuménica de la Iglesia en el ámbito local;
--y sugerencias para el trabajo futuro.
El progreso de la conciencia ecuménica en el ámbito de la Iglesia católica Signos positivos La encuesta ha mostrado de forma evidente que en todo el mundo el decreto «Unitatis redintegratio» ha contribuido a una mejora radical de las actitudes católicas con respecto a los demás cristianos; se ha superado en gran parte la actitud polémica que predominaba en el pasado. Los católicos han adoptado una actitud positiva en lo que atañe al compromiso ecuménico. Desean conocer más a las otras Iglesias y comuniones cristianas, y por lo general están dispuestos a participar en actos y encuentros ecuménicos, especialmente cuando se trata de orar juntos por la unidad. El ecumenismo espiritual es una actividad muy generalizada. Además de la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que sigue siendo el momento principal de la actividad ecuménica, casi por doquier se han multiplicado las celebraciones comunes de las más importantes fiestas y conmemoraciones litúrgicas, así como de las festividades civiles, nacionales o locales.
Por doquier se suelen compartir lugares de culto. Dos terceras partes de las respuestas al cuestionario se han referido a la colaboración ecuménica en el ámbito parroquial y a la publicación de orientaciones para la actividad ecuménica en las regiones respectivas. Por lo general, se puede asegurar que en la Iglesia prosigue y se difunde cada vez más el deseo de vivir el compromiso ecuménico impulsado por el concilio Vaticano II.
Problemas y resistencias Al mismo tiempo, no podemos ser ingenuos. Aunque no todas las dificultades mencionadas en las respuestas al cuestionario existan en el mismo grado en todos los lugares de la Iglesia, una mirada de conjunto sobre dichas dificultades puede resultar útil, pues ponen de manifiesto los desafíos que deben afrontar los que trabajan para promover en la práctica la unidad de los cristianos.
Sintetizando, se puede afirmar que las cuestiones teológico-pastorales a las que se alude con más frecuencia en las respuestas son las siguientes:
— El problema del reconocimiento recíproco del bautismo y la costumbre de algunas Iglesias y comunidades eclesiales de volver a bautizar a los católicos. Después de su asamblea plenaria del año 2001, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos envió a las Conferencias episcopales una presentación de las directrices que algunas de ellas habían emanado sobre el reconocimiento recíproco del bautismo. La presentación fue publicada en el Boletín del dicasterio (cf. El reconocimiento recíproco del bautismo. Síntesis de las respuestas de las Conferencias episcopales. Documento de estudio. En: Service d´Information Information Service, n. 109, 2002/I-II. El documento se publicó en inglés y francés).
— La cuestión de los abusos en lo que atañe a la communicatio in sacris.
— Las cuestiones relativas a los matrimonios mixtos.
— Los problemas planteados en algunos lugares por aparentes excesos en devociones católicas de culto a la Virgen María.
— La cuestión de la unificación de la fecha de la Pascua -tema discutido en varios ámbitos desde el concilio Vaticano II-, que constituye una preocupación muy sentida de modo especial en Oriente Medio.
— La diversidad en la organización y en las estructuras eclesiales en algunos países impide a los católicos encontrar interlocutores ecuménicos en algunas otras confesiones.
— Asimismo, se ha constatado que son frecuentes por doquier (América Latina, Egipto, Rusia...) las acusaciones mutuas de proselitismo.
— Por último, numerosas Conferencias episcopales coinciden en señalar que la falta de escritos de carácter ecuménico al alcance de los fieles menos preparados constituye un problema.
Entre los factores no teológicos que tienen repercusiones sobre el ecumenismo, las respuestas destacan los siguientes: las situaciones sociales y políticas (especialmente en la ex Unión Soviética); los conflictos étnicos (África y Balcanes); y el hecho de que la Iglesia constituya una mayoría o una minoría en el país. En la Europa del este muchas respuestas se refieren a las tensiones producidas por la restitución de los bienes eclesiásticos. En ciertos lugares, algunos grupos islámicos ven como una ame
naza la búsqueda de la unidad de los cristianos.
Respuestas procedentes de todos los continentes aluden a la persistencia de actitudes marcadas por el miedo, la sospecha y la desconfianza recíprocos. Otros cristianos albergan el temor de que pueden ser absorbidos por la comunidad católica, más fuerte que ellos; y, viceversa, los católicos miran con desconfianza a ciertos grupos que usan los medios de comunicación, con campañas públicas de opinión, para criticar la doctrina católica, insistiendo en situaciones negativas o escandalosas, a fin de atacar a la Iglesia.
En resumen, persisten aún muchas sospechas acerca de las intenciones mutuas reales y de las motivaciones evangélicas de los programas y las actividades de unos y otros. Aunque se haya progresado mucho en la purificación de la memoria histórica, algunas Iglesias locales afirman que el recuerdo de los acontecimientos del pasado, tanto antiguos como recientes, impide aún o entorpece las relaciones ecuménicas. La purificación de la memoria histórica es un tema hacia el que el Papa Juan Pablo II ha llamado nuestra atención en numerosas ocasiones, y sigue siendo uno de los desafíos más importantes para los que trabajan en favor de la unidad de los cristianos.
Algunas respuestas han puesto de relieve la falta de motivación y de entusiasmo que deriva, en ciertos casos, de la sospecha de que el ecumenismo debilita la misión evangelizadora de la Iglesia. Algunos católicos consideran que el ecumenismo pone en peligro su fe y equivale a admitir una insuficiencia de la Iglesia católica, algo que no están dispuestos a aceptar. En algunas regiones donde la Iglesia católica tiene una amplia mayoría, el escaso número de cristianos pertenecientes a las demás Iglesias suele aducirse como justificación para la falta de iniciativas ecuménicas.
En otros lugares, a menudo, las comunidades evangélicas y pentecostales más recientes no suelen ser consideradas como genuinamente eclesiales, y el uso indiscriminado del término "secta" sigue provocando problemas en todos los continentes. Las comunidades eclesiales (baptistas, evangélicos, pentecostales) con las que la Iglesia católica mantiene un diálogo teológico y relaciones internacionales, que en algunos casos se llevan a cabo desde hace decenios, suelen incluirse en la lista de las sectas. Por otra parte, de modo especial en América Latina, las respuestas al cuestionario frecuentemente indican que algunos grupos evangélicos y pentecostales no reconocen el carácter cristiano de los católicos.
Podría resultar útil recordar que esa dificultad recíproca ya ha sido objeto de documentos de estudio elaborados por varias comisiones mixtas de diálogo (por ejemplo, con respecto al diálogo católico-pentecostal: Evangelización, proselitismo y testimonio común; y con respecto a las "Consultas entre la Iglesia católica y la Alianza evangélica mundial": Iglesia, evangelización y los vínculos de la koinonía).
La organización del ecumenismo El concilio Vaticano II encomendó de modo especial a los obispos el compromiso ecuménico. El Directorio para la aplicación de los principios y las normas sobre el ecumenismo recomienda la creación de comisiones ecuménicas en cada diócesis, así como en el ámbito nacional y regional, o al menos la designación en cada diócesis de un delegado que se encargue de promover el espíritu ecuménico y las relaciones intereclesiales.
El Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos ha constatado con satisfacción que sólo pocas Conferencias episcopales carecen de un departamento o comisión de ecumenismo. Por otra parte, muchas de las respuestas al cuestionario destacan que la acción de esas comisiones o delegados es bastante limitada. A este respecto, se alude a la falta de continuidad en el desarrollo de proyectos, a la necesidad de contar con gente nueva, más joven, entre las personas comprometidas en la actividad ecuménica.
En el ámbito de las diócesis el panorama no es muy alentador: la falta de personal, de preparación específica, de recursos económicos y de otro tipo, indica que la actividad ecuménica se deja con frecuencia a la iniciativa espontánea de los fieles. Por el contrario, en algunos países se señala la presencia viva de grupos y asociaciones de apoyo, compuestos por personas bien preparadas en el campo ecuménico, que promueven activamente la formación ecuménica en las diócesis, en las parroquias, en los seminarios y en los grupos. Es preciso poner más empeño en detectar esos expertos y voluntarios, y en desarrollar su formación.
Por lo que atañe a la participación en los Consejos de Iglesias, se ha constatado un cambio fundamental en los años más recientes. Hace cuarenta años, la Iglesia católica no participaba en ninguno de esos Consejos. Hoy, de los 120 Consejos existentes, es miembro de 70, y participa en tres de los siete Consejos regionales de Iglesias, y en siete de los Consejos regionales de Iglesias asociados al Consejo mundial de Iglesias de Ginebra (según los datos con que se contaba en septiembre de 2004, la Iglesia católica es miembro con pleno derecho en tres Consejos regionales de Iglesias: el Caribe, Oriente Medio y el Pacífico. La Iglesia católica es miembro de catorce Consejos nacionales cristianos o Consejos de Iglesias en África, de tres en Asia, diez en Oceanía, doce en el Caribe, veinticinco en Europa, uno en América del norte y cinco en América del sur. Cf. "Inspired by the same vision: Roman Catholic participation in national and regional Councils of Churches, Apéndice E).
Está a punto de publicarse un nuevo documento, elaborado por el Grupo mixto de trabajo entre representantes de la Iglesia católica y del Consejo mundial de Iglesias, que presenta un análisis de las implicaciones y las formas de participación católica en dichos Consejos, y brinda sugerencias para afrontar las dificultades y los desafíos que impiden la participación católica en algunos lugares.
La actividad ecuménica de la Iglesia en el ámbito local Por lo que atañe al diálogo, 42 de las 83 Conferencias episcopales que respondieron a la encuesta del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos confirman la presencia en su territorio de organismos permanentes de diálogo con las demás Iglesias y comunidades eclesiales; 38 de ellas refieren la existencia de comisiones mixtas de diálogo.
En lo referente a la aceptación de los documentos de diálogo, sólo 35 Conferencias episcopales reconocen una buena difusión de los resultados de los diálogos oficiales, y afirman que han promovido el estudio y una activa discusión con la publicación de subsidios. Algunas respuestas aluden también a las iniciativas que se han puesto en marcha para utilizar internet con vistas a la promoción del ecumenismo en algunos países, un aspecto que el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos tiene gran interés en desarrollar. En el ámbito social, 44 Conferencias señalan que participan en actividades de cooperación con otras confesiones. A este respecto, es preciso admitir también que se podría haber hecho mucho más.
La necesidad de una formación ecuménica más adecuada es un tema que indican prácticamente todas las comisiones ecuménicas que respondieron a la encuesta. Esa formación debería contar con la presencia y la contribución de representantes de otras Iglesias y comunidades eclesiales. En efecto, el Consejo pontificio espera que, donde sea posible, esa formación se realice cada vez más con mayor colaboración. El documento elaborado por el dicasterio en 1995: La dimensión ecuménica de la formación de quienes se dedican al ministerio pastoral, que ofrece sugerencias para un curso de ecumenismo y aconseja subsidios para organizarlo, no es bastante conocido y conviene distribuirlo más ampliamente.
El Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos, junto con la Co
ngregación para la educación católica, ha tomado la iniciativa de promover una encuesta, a escala mundial, en los seminarios católicos que cuentan con un Estudio teológico, en las universidades y las facultades de teología, para conocer exactamente cómo se imparte la enseñanza del ecumenismo, y para saber si se le presta la atención que merece en el conjunto de la formación católica. Actualmente se están recogiendo los datos con el fin de publicar luego los resultados de la encuesta.
Algunos puntos de reflexión sobre el futuro del ecumenismo La consulta ha mostrado que el grado de compromiso ecuménico en el ámbito local está aumentando en intensidad y extensión en toda la Iglesia. En un mundo globalizado, los cristianos de todas las Iglesias se sienten impulsados a superar su estado de división. El ecumenismo espiritual -conversión de la mente y del corazón a Cristo, oración común por la unidad- está logrando una atención cada vez mayor. Las respuestas al cuestionario han ofrecido numerosas sugerencias positivas para la futura actividad ecuménica, poniendo de relieve tres aspectos que es preciso considerar con urgencia en el contexto actual y con vistas al futuro: incluir las iniciativas ecuménicas en los programas pastorales orgánicos de las diócesis; promover la formación ecuménica de los seglares, los religiosos, los seminaristas, los sacerdotes y los obispos; y reflexionar sobre el modo como se ha de afrontar el problema del proselitismo agresivo.
En un mundo que ha cambiado mucho durante los años que han pasado desde el concilio Vaticano II, la actitud católica con respecto al restablecimiento de la unidad está impregnada de un realismo nuevo. Hoy resulta más claro que nunca que el ecumenismo sólo se puede promover sobre una sólida base doctrinal y un riguroso diálogo entre los cristianos separados. Sobre todo, se comprende cada vez mejor que sólo se puede trabajar en favor de la unidad con una espiritualidad convincente y profunda, una espiritualidad de esperanza cristiana y valentía.
El Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos desea que la conmemoración del 40° aniversario de la promulgación del decreto «Unitatis redintegratio» haya infundido nueva esperanza y nueva valentía en los que se encargan más directamente de la aplicación del compromiso ecuménico de la Iglesia.