CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 2 abril 2006 (ZENIT.org).- Como hace un año, un escalofrío volvió a apoderarse de los peregrinos que llenaban la plaza de San Pedro del Vaticano este domingo al recordar el aniversario del fallecimiento de Juan Pablo II.

Algunos habían estado en ese mismo momento y lugar el 2 de abril pasado. Otros muchos, más de 100.000, han llegado a la ciudad eterna para revivir ese mismo Rosario que concluyó con este anuncio: «nuestro Santo Padre ha regresado a la Casa del Padre».

Tras la oración mariana, en torno a las 21,37, hora exacta del fallecimiento de Karol Wojtyla, desde la ventana de su estudio Benedicto XVI pronunció su saludo a los presentes, en el que confesó: Juan Pablo II «sigue estando presente en nuestra mente y en nuestro corazón; sigue comunicándonos su amor por Dios y su amor por el hombre», confesó.

En su intervención, que también fue transmitida por conexión vía satélite en Cracovia, Benedicto XVI resumió la vida de Juan Pablo II con dos palabras: «fidelidad» y «entrega».

«Fidelidad total a Dios y entrega sin reservas a su misión de pastor de la Iglesia universal», explicó ante los fieles que le escuchaban con velas en la mano.

«Fidelidad y entrega que resultaron todavía más convincentes y conmovedoras en los últimos meses, cuando encarnó en sí mismo lo que escribió en 1984 en la carta apostólica "Salvifici doloris": “el sufrimiento está presente en el mundo para provocar amor, para hacer nacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la 'civilización del amor'"», afirmó el Papa Joseph Ratzinger citando el número 30 del documento.

«Su enfermedad, afrontada con valentía, hizo que todos prestarán más atención al dolor humano, a todo dolor físico y espiritual; dio al sufrimiento dignidad y valor, testimoniando que el hombre no vale por su eficacia, por su apariencia, sino por sí mismo, porque ha sido creado y amado por Dios», siguió diciendo.

Con sus palabras y gestos, indicó, «el querido Juan Pablo II no se cansó de indicar al mundo que si el hombre se deja de abrazar por Cristo, no mortifica la riqueza de su humanidad; si le ama con todo su corazón, no le faltará nada. Por el contrario, el encuentro con Cristo hace nuestra vida más apasionante».

«Precisamente porque se acercó cada vez más a Dios en la oración, en la contemplación, en el amor por la Verdad y la Belleza, nuestro querido Papa pudo hacerse compañero de viaje de cada uno de nosotros y hablar con autoridad incluso a quienes están alejados de la fe cristiana», concluyó.

Desde Cracovia, a través de la conexión televisiva, el arzobispo Stanislaw Dziwisz tomó a continuación la palabra para agradecer a Benedicto XVI sus palabras y asegurar «Juan Pablo II nos sonríe desde el cielo».

Benedicto XVI presidirá este lunes, a las 17,30, en la plaza de San Pedro del Vaticano una misa por Juan Pablo II.

Este domingo invitó además a los jóvenes a recordar al fallecido pontífice en la tarde del próximo jueves, 6 de abril, en un gran acto de preparación para la Jornada Mundial de la Juventud, que en este año tendrá lugar el Domingo de Ramos (9 de abril) en todas las diócesis del mundo.

«Fue nuestro segundo Padre». Los católicos rusos recuerdan a Juan Pablo II

MOSCÚ, domingo, 2 abril 2006 (ZENIT.org).- Juan Pablo II nunca pudo visitar tierras rusas. De los más de cien viajes que realizó al extranjero, Rusia se quedó entre uno de los anhelos que le hubiera gustado cumplir. Sin embargo, esto no ha sido impedimento para que la comunidad católica de este país le guarde un profundo cariño y personalidades de otros credos, una gran admiración.