MADRID, martes, 4 abril 2006 (ZENIT.org).- El director de la revista de información religiosa Palabra, José Miguel Pero-Sanz, reflexiona en esta entrevista sobre el estilo de una publicación que acaba de cumplir 40 años.
José Miguel Pero-Sanz (Bilbao, 1939) es sacerdote de la Prelatura del Opus Dei. Doctor en Filosofía y Licenciado en Ciencias de la Información, fue profesor en las facultades de Ciencias de la Información y Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra.
Es autor de numerosos libros, sobre todo, de filosofía, ensayo y espiritualidad, así como de varias biografías. Desde su ordenación sacerdotal (1963), desarrolla una intensa labor ministerial de predicación, administración de sacramentos, retiros, atención espiritual de enfermos, etc. Desde 1969 es Director de la revista «Palabra».
--Palabra ha cumplido 40 años. Es una revista joven y madura al mismo tiempo. ¿Cuál es su fórmula de éxito, según usted?
--Pero-Sanz: Mejor que de «fórmula de éxito», preferiría hablar de algunas características que más aprecian los lectores, según ellos mismos nos dicen. Ciñéndome a la dimensión informativa, pienso en tres aspectos:
Palabra nace en 1965, aproximadamente a la vez que el género periodístico «información religiosa». Como toda información periodística, también la crónica religiosa trata por lo común de asuntos novedosos y raros: lo normal no se considera «noticia».
En esa avalancha de actuaciones o declaraciones insólitas, el público necesita una valoración del alcance real, de los porqués y de las implicaciones de todo ello. En la revista procuramos satisfacer esa necesidad.
A los lectores también les agrada el estilo sereno. Se pueden abordar cuestiones polémicas, pero sin crear polémica: con confianza en la fuerza convincente de la verdad. Y siempre con respeto hacia las personas. Procurando, además, dar el relieve que merecen muchas realidades positivas, normales, aun cuando puedan parecer menos noticiables.
En ese mismo sentido, el público aprecia que se le dé a conocer la vida, realizaciones o sufrimientos, de sus hermanos en la fe, de otros países tal vez menos conocidos.
--Los artículos de Palabra se sitúan en el amplio espacio de libertad y pluralismo, legítimo dentro de la doctrina de la Iglesia, en conformidad con su Magisterio. ¿Es fácil para usted como director encontrar voces que conjuguen la libertad con esta fidelidad magisterial?
--Pero-Sanz: Ahora no se refiere usted a la dimensión informativa, sino a la doctrinal. Durante algunos años, efectivamente, resultaba más difícil encontrar autores que apreciaran la parte de razón que podía asistir a quienes no pensaban como ellos. Basta recordar, por ejemplo, los tiempos de cierta teología de la liberación. Actualmente me parece que se ha operado cierta decantación.
Quizá como consecuencia de ejercitar el diálogo ecuménico, incluso en materias no ya opinables, sino dogmáticas, se ha aprendido a exponer pacíficamente las convergencias doctrinales, sin ocultar las diferencias.
Piense en la Declaración de Augsburgo (octubre de 1999) sobre la Justificación. Por lo que atañe a cuestiones discutibles, ahora es más fácil hallar quien escriba sabiendo escuchar y respetar los legítimos pareceres de quien opina de otro modo. A este propósito, es ejemplar el tono de los escritos del hasta hace poco Cardenal Ratzinger.
--La revista es apreciada por los reportajes de actualidad y por los dossiers sobre temas doctrinales. ¿Por qué decidieron ofrecer discursos enteros del Magisterio?
-- Pero-Sanz: Por la razón que usted misma apuntaba en su pregunta anterior. Porque el Magisterio, sin recortes ni glosas, señala en cada momento y para cada situación el común denominador en que deben convenir todos los fieles; y, simultáneamente, marca el comienzo de las áreas, dilatadas, donde tienen su lugar las libres opiniones, legítimas para un creyente. El Magisterio es garantía tanto de rectitud como de libertad.
En cuanto a la presentación gráfica con que se ofrecen esos textos en la revista, está pensada para facilitar su conservación, cronológicamente ordenada y con unos índices analíticos anuales.
--Palabra tiene una red muy fuerte de corresponsales. ¿Piensa ampliarlo a otros países?
--Pero-Sanz: Desearlo, lo deseo… dentro de un orden. Hay países –como Italia, Estados Unidos o Argentina, por señalar alguno– con un «peso» informativo permanente. Y otros que sólo excepcionalmente dan pie a crónicas o reportajes de interés general: por ejemplo, con motivo de un viaje del Papa, o de una experiencia positiva aplicable en todas partes.
Más que un corresponsal teórico, lo importante es tener para esas ocasiones una persona capaz de escribir, in situ, con conocimiento de causa. También hay lugares desde los cuales se puede canalizar la información de grandes áreas: es lo que, en cierta medida, sucede con Viena respecto a toda Centroeuropa.
--¿Recuerda un número de «Palabra» especial, que tenga un significado particular para usted?
--Pero-Sanz: Más que números, recuerdo contenidos: hechos sobre los que me ha correspondido informar con especial dolor o alegría. No se me va de la cabeza ni del corazón la muerte, el año pasado, de Juan Pablo II.
Hace más tiempo, tuvo para mí --como usted dice-- «un significado particular» preparar las informaciones sobre el fallecimiento y, luego, sobre la Canonización de San Josemaría Escrivá de Balaguer.
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Apr 04, 2006 00:00