CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 abril 2006 (ZENIT.org).- Cherie Blair, la esposa del primer ministro británico, fue recibida en audiencia por Benedicto XVI este viernes en el Vaticano.
El encuentro privado, de unos diez minutos, tuvo lugar pues la señora Blair viajó a Roma para participar en la sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias, sobre el tema «¿Juventud que desaparece? Solidaridad con los niños y los jóvenes en una época turbulenta».
La señora Blair, católica, abogada especialista en derechos humanos y madre de cuatro hijos, ha estado presente en el encuentro como experta externa.
En declaraciones a la prensa, el embajador del Reino Unido ante la Santa Sede, Francis Campbell, dijo que el encuentro de la mujer del primer ministro con el Papa fue una sorpresa, y que quedó «emocionada» con la inesperada conversación que tuvo lugar en la biblioteca privada del Papa.
En su intervención ante la Academia Pontificia de las Ciencias, que preside la profesora estadounidense Mary Ann Glendon, la señora Blair habló de la importancia de dialogar con los jóvenes para descubrir humildemente lo que tienen que enseñar a los adultos.
En declaraciones posteriormente concedidas a Zenit, Cherie Blair reconoció que estaba muy impresionada al constatar que en la sesión de la Academia estuvieron presentes estudiantes jóvenes de diferentes partes del mundo.
«Es estupendo el que aquí haya jóvenes para escuchar y que al final puedan darnos sus reacciones, con un auténtico espíritu de aprender y compartir», explicó.
Hablando de su intervención en la Academia, reveló a Zenit: «Dije que considero realmente importante el que escuchemos a los jóvenes y que tengamos fe en ellos. A través de la familia y dando espacio y tiempo a nuestros niños podemos aprender juntos, cada uno, la manera en que podemos afrontar los desafíos».
Ante la pregunta de cómo es posible traducir en estrategias nacionales lo que se ha discutido en la Academia vaticana, la señora Blair explicó: «La Iglesia tiene un papel muy importante, desde luego, porque la Iglesia es una de las poquísimas organizaciones que está presente en todo el mundo».
«De manera que el diálogo que aquí hemos mantenido tiene resonancia mundial, pero es un diálogo de ideas y de valores, que después puede ser utilizado en los diferentes contextos sociales y políticos, a través del mundo», añadió.
«Puse ejemplos concretos, pero fundamentalmente se trata de valores, de la promoción de una dignidad humana común e inherente, concentrándose en ver a Dios en los demás. Esto es lo que cuenta».
Y exclamó: «¡Es un mensaje que no subrayaremos nunca suficientemente!».