Católicos en Tierra Santa: «Construir puentes y quitar el odio de los corazones»

Llamamiento del patriarca coadjutor de Jerusalén

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RÍMINI, jueves, 31 agosto 2006 (ZENIT.org).- «Estamos todos llamados a trabajar para construir puentes y quitar el odio de los corazones», dijo monseñor Fouad Twal, patriarca coadjutor de Jerusalén de los Latinos, al lanzar un llamamiento desde el Meeting de Rímini, Italia.

En su intervención, pronunciada el 25 de agosto, monseñor Twal comenzó recordando que «la voz de Tierra Santa quiere ser el testimonio de la experiencia de fe de las primeras comunidades cristianas», a pesar de que, con un desempleo que roza el 60% y la emigración «la situación empeora continuamente» para ellos.

En esta situación, subrayó el patriarca, «la paz en esta tierra es la exigencia más inmediata» y es necesario realizar numerosos «esfuerzos para lograr que los cristianos permanezcan en su tierra».

«La paz y la confianza en el futuro son el camino para contener el fenómeno migratorio», añadió monseñor Twal. La tarea fundamental, sin embargo, es la de «pronunciar una palabra de esperanza a partir de la fe».

En una realidad en la que hablar es un riesgo, hay que «hablar menos y amar más», indicó.

En cuanto a la relación con los musulmanes, monseñor Twal recordó que «se da desde hace trece siglos» y que los cristianos anuncian que «la ciudad santa es madre de todos los fieles hijos de Abraham».

«No se gobierna con las armas y con el terrorismo», dijo, subrayando que la Iglesia es una «voz de paz y de perdón» y por esto tendrá siempre un puesto destacado en Tierra Santa, «en el lugar en el que la humanidad ha sido alcanzada por la presencia de Dios».

Respecto a las amenazas de guerra, monseñor Twal explicó que «el conflicto no es una cuestión entre Hizbulá e Israel sino que forma parte de una situación más global de toda el área», y que «la debilidad de Israel consiste en confiar en el aparato militar y no en otros recursos».

El patriarca auspició un futuro en el que exista el reconocimiento de la libertad así «como Dios la ha querido, en la oración de todos, en el amar al otro, sin límites y sin barreras».

Por último, monseñor Twal dijo que «a pesar de todo la situación no es desesperada, las dificultades son muchas pero muchas son también las esperanzas, confortadas por la ayuda de los amigos que no nos dejan solos».

«Tengo el presentimiento –concluyó el patriarca– de que un día se manifestará en Jerusalén el infinito».

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ZENIT Staff

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