ROMA, martes, 22 agosto 2006 (ZENIT.org).- Giovanni Maria Vian, catedrático de Filología patrística de la Universidad de Roma La Sapienza, analiza en un libro el significado de los textos de la Biblia desde sus orígenes hasta la actualidad.

«Filología e historia de los textos cristianos. “Bibliotheca divina”» está publicado en Madrid por Ediciones Cristiandad en su colección de Literatura Cristiana antigua y medieval. En italiano fue publicado por Carocci en 2001.

El profesor Vian (Roma, 1952) indica en esta entrevista que el cristianismo no es una cultura, pues aunque forme parte de las culturas las trasciende, y se detiene a comentar cuál es la mejor versión de la Biblia, según su opinión de especialista.

--Como filólogo patrístico ¿considera preciso hablar del cristianismo como «cultura»?

--Vian: En absoluto no, siendo la creencia en Jesús como revelación definitiva de Dios algo que supera a cada una de las culturas.

Sin embargo el cristianismo, fundado precisamente en la encarnación de la Palabra divina en un contexto histórico y cultural determinado, se arraiga en distintas culturas, que sin duda transciende pero de las cuales es al mismo tiempo inseparable.

--¿Desde cuándo podemos afirmar que existe una cultura cristiana?

--Vian: Por lo dicho anteriormente, si bien se puede hablar de una identidad cristiana que empieza a distinguirse del judaísmo ya en la segunda mitad del siglo primero, es necesario esperar a los primeros decenios del siglo II para identificar los rasgos de una conciencia cultural cristiana, con matices diferentes según las distintas culturas del tiempo.

Así en el siglo II hay una cultura cristiana asiática, es decir, manifestada en la actual Turquía, y en el III se afirma con fuerza la cultura cristiana alejandrina, cuyo máximo representante es Orígenes y que tendrá una influencia enorme en la historia.

La gran difusión del cristianismo durante el siglo tercero y el reconocimiento con el emperador Constantino (306-337) de la libertad religiosa a la Iglesia cristiana tienen entre otros efectos una creciente influencia de la fe cristiana en el mundo grecorromano a todos los niveles culturales, desde intelectuales refinados como Eusebio de Cesarea y Jerónimo hasta la mentalidad popular.

Desde entonces el cristianismo se une indisolublemente a la historia del mundo mediterráneo y europeo occidental y oriental. Sin olvidar naturalmente los cristianismos orientales no europeos: hasta Asia central y la India, hacia el este, y hasta Etiopía, hacia el sur.

--Los textos patrísticos tienen que ser considerados como los otros, dice usted. ¿Qué quiere decir con «otros»?

--Vian: Sencillamente que hay que estudiar los textos cristianos --incluidos los textos bíblicos -- como se investigan los textos profanos. O sea, en principio, sin prejuicios --favorables o contrarios-- ideológicos, teniendo naturalmente en cuenta, desde el punto de vista histórico, que se trata de textos religiosos.

--¿Qué podemos aprender hoy de la herencia alejandrina?

--Vian: La atención a los textos, por una parte: hay que ir siempre a las fuentes, conscientes sin embargo de que cada escrito tiene un sentido profundo, más allá de la letra, especialmente los textos bíblicos.

Por otra parte, podemos aprender el afán de relacionarse con el mundo cultural exterior.

--En su libro cita muchas ediciones de la Biblia. ¿Cual es, según su punto de vista de estudioso, la mejor?

--Vian: Las mejores ediciones bíblicas son las ediciones críticas de los originales (hebreos, arameos y griegos) y también de las antiguas versiones (griegas y latinas): son ediciones elaboradas durante el siglo XX con un esfuerzo filológico enorme que continúa sin cesar. Son textos dirigidos a los especialistas y es imposible aquí nombrarlos.

Por su origen e intento ecuménico hay sin embargo que citar «The Greek New Testament» - publicado por primera vez en 1966 por las United Bible Societies, en su cuarta edición revisada que es del 1993. Es un texto dirigido a quienes quieren traducir el original en los idiomas hablados de hoy.

Entre las traducciones contemporáneas destaca --en parte por sus excelentes notas-- «La Bible de Jérusalem» («La Biblia de Jerusalén»), publicada en francés en 1955 por los dominicos de la École Biblique (con ediciones corregidas en 1973 y en 1998).

Es una edición muy importante, que se está ahora revisando. Su aparato ha sido ampliamente utilizado en otros idiomas, entre los cuales el español.

--¿Dónde empieza y dónde termina, la «Bibliotheca» divina?

--Vian: «Bibliotheca» divina es una expresión de Jerónimo que significa «libros de Dios». Empezó, por lo tanto con los primeros autores de los textos bíblicos, que los compusieron a lo largo del primer milenio anterior a la era cristiana.

Desde entonces estos libros no han cesado de engendrar otros textos, que los han continuado y los siguen comentando. Por una razón sencilla: las palabras humanas no pueden agotar la Palabra divina, que existe desde siempre y no tiene fin.